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25 junio 2013

La estación perdida del AVE

La estación perdida del AVE

La nueva estación del AVE de la localidad alicantina de Villena sobresale como un promontorio en medio de la nada. Alrededor solo hay bancales y tres caminos forestales por los que los viajeros se pierden antes de llegar a su destino. La terminal, que inauguraron el lunes pasado el Príncipe y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha requerido una inversión de 11,5 millones de euros, lo que supone 3,5 millones más de los que Adif destinó para la nueva estación del AVE en Alicante, también inaugurada la semana pasada y de la que dista 60 kilómetros.
La nueva infraestructura es bioclimática y dispone de más de 700 metros de andén, que permiten operar a trenes dobles. Cada día ocho convoyes de alta velocidad en cada sentido paran en la localidad alicantina. Durante la primera semana de funcionamiento una media de un centenar de personas diarias han subido o bajado del AVE Alicante-Madrid. El martes, que fue el primer día de viajes comerciales, 147 pasajeros usaron la parada de Villena, según datos de Renfe.
En el interior de la flamante estación no hay cafeterías, ni tiendas, aunque todo es de grandes dimensiones. Villena, población de 35.000 habitantes, corre el riesgo, si no se soluciona el problema de los accesos, de seguir los pasos de Requena-Utiel (Valencia), otra estación del AVE que languidece y que apenas usan 50 personas cada día.
Los pocos pasajeros que acuden a la terminal se quejan de lo mismo: la falta de servicios y las pésimas comunicaciones por carretera. “Esto es la estación perdida del AVE”, explica Ignacio Corbí, un joven vecino de Elda (a unos 25 kilómetros) que acompaña a su amiga Teresa Abrega a coger su primer tren AVE a Madrid, donde está estudiando. “Hemos salido perdiendo, el tiempo que ganas con la alta velocidad lo perdemos para encontrar esto”, asegura la estudiante, cuyo coche se cruzó por el camino con un rebaño de ovejas.
La moderna estación está ubicada a seis kilómetros de distancia del centro de Villena, y rodeada de una vasta extensión de terrenos áridos en los que se han plantado recientemente algunos olivos.
Para llegar a ella existen tres posibilidades: un camino rural que atraviesa la colonia Santa Eulalia por una vía pecuaria, el camino de San Juan, desde Villena; y, por último, la carretera de Pinoso, que se ha ampliado para que provisionalmente sea el acceso principal.
“Nosotros vinimos anteayer para saber dónde estaba”, asegura José Gómez, un vecino de Castalla (a unos 28 kilómetros) que acude a dejar a su nieta en el tren. “El problema es que está poco señalizado y los accesos son muy malos, es un verdadero desastre”, se queja. Otro matrimonio de Ibi (a unos 38 kilómetros de distancia) también tuvo problemas para encontrarla. “La estación de antes que estaba en el centro de Villena era mucho mejor, aquí no hay nada”, protesta Concha.
Ante este panorama, el alcalde de Villena, Francisco Javier Esquembre, de Los Verdes, que gobierna en coalición con el PSPV-PSOE y Villena Centro Democrático, intenta implicar a varias instituciones para solucionar el problema de los accesos.
Esquembre considera “vital para la supervivencia” de la estación “que se solucionen pronto” las deficiencias de los accesos viarios. El proyecto inicial contemplaba construir un ramal directo de la autovía en línea recta que se presupuestó en unos 15 millones de euros, pero con la actual coyuntura económica está opción es inviable. El alcalde se queja de que “Generalitat y Fomento se pasan la pelota sin concretar ni aprobar una solución provisional”.
El regidor es consciente de que si no se soluciona el problema de los accesos y la señalización la estación corre un serio peligro. No obstante, Esquembre considera que hay una “diferencia notable” entre Villena y el caso de Utiel-Requena. “El punto de partida es diferente. Nosotros ya tenemos 200.000 usuarios de grandes líneas cada año, y Villena siempre ha sido un nodo de comunicación importante. La estación del AVE puede convertirse en un polo dinámico de atracción de pasajeros de varias comarcas”, asegura. El alcalde amplía el radio de influencia de la estación a otras localidades a más de 50 kilómetros, como Alcoi, Elche; e incluso a Yecla y Jumilla, ya en Murcia.
El Consistorio de la localidad está negociando con el Ayuntamiento de Benidorm y con los hoteleros la posibilidad de habilitar un servicio de lanzadera directa, ya que Alicante, por ahora, se niega a que los servicios regulares de autobús paren en la estación del AVE. La alcaldesa, Sonia Castedo, solo deja operar los servicios discrecionales. Pero mientras todos estos planes se consolidan, la realidad y el inicio está siendo duro. El nuevo servicio de autobús a la estación de los pueblos limítrofes llega el miércoles por la mañana sin pasajeros, la parada de taxis está vacía y las tiendas están cerradas. Un único taxi ha realizado un servicio a la nueva estación durante la primera semana de funcionamiento. El alcalde de Villena no esconde su preocupación porque en la página web de Renfe se suprimen tres frecuencias diarias del AVE, aunque la compañía lo niega y lo atribuye a “ajustes” en la programación.
La licitación para la explotación de la cafetería quedó desierta, y el único local comprometido es uno alquilado por el Ayuntamiento de Villena para la promoción turística, pero aún no se ha inaugurado. Y en la puerta, unos hombres de negocios que llegan de Madrid con el nuevo AVE preguntan: “¿Dónde está el pueblo, por dónde hay que ir?”.


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