Noventa años del tren de Larrun
El histórico ferrocarril del Pirineo
celebra el sábado su nonagésimo aniversario. En 1936, un convenio para
los trabajadores de las antenas lo salvó de desaparecer
Ya han pasado
nada menos que 90 años del nacimiento del tren de cremallera de Larrun,
el primer monte de la cadena pirenaica, cuya cima se sitúa en la muga. Y
para celebrarlo, el sábado 28 habrá multitud de animaciones gratuitas
alrededor de este medio de transporte histórico, que parte de la
localidad de Urruña, en Iparralde. Ha sobrevivido tantas décadas, y ha
seguido brindando una vista espectacular, gracias a que en su día el
Gobierno francés lo quiso mantener, mientras que el resto de trenes
similares fueron desapareciendo.
Por esta experiencia pasan cada año cerca de 350.000
visitantes, que tardan 35 minutos en recorrer sobre las vías el último
tramo del monte Larrun, para llegar a la cima que se encuentra a 905
metros por encima del nivel del mar. Una vez arriba el marco es
incomparable: los Pirineos, las siete provincias vascas y las playas
infinitas de las Landas y de la Costa Vasca, el campo de visión llega
desde Bia-rritz hasta Donostia. Y para acompañar el momento, arriba
también hay tres ventas en las que se puede adquirir comida o bebida.
SOBREVIVIÓ El
uso de este tren en concreto nunca fue de transporte de mercancías, ni
de viajeros. En realidad, se construyó con un objetivo meramente
turístico, como el funicular de Igeldo de Donostia, que sirve para el
recreo. Las personas que se acercan a estos dos lugares no suben por
otro motivo que no sea su propio disfrute.
Fue inaugurado en 1924, por una filial de la compañía
ferroviaria que gestionaba los ferrocarriles del sur francés, hasta que
catorce años después, en 1936, se nacionalizaron. Se trataba de la
compañía Midi, que tenía a su cargo otros trenes como el que de Burdeos a
Hendaia y el de Burdeos a Toulouse.
Juanjo Olaizola, experto en ferrocarriles e impulsor del Museo
Vasco del Ferrocarril, explica los orígenes del tren de Larrun. “La
mayoría de trenes de vía estrecha llegaron tarde, porque se inauguraron
en los años 20, cuando ya había surgido el transporte mecánico por
carretera, como los coches y los autobuses”, recuerda. La filial VFDM
(en castellano, Vías Férreas Departamentales del Sur) se dedicó a
construir líneas complementarias a la red principal de los ferrocarriles
del Midi. Su gran proyecto era hacer un tren de vía estrecha y
eléctrico que fuera desde Baiona a Biarritz, de Biarritz a Donibane
Lohitzune, y después a Hendaia.
“Ese mismo tren tenía un ramal desde Donibane Lohitzune a
Sara, y de ahí al col de San Ignacio. Allí la gente podía transbordar al
tren de cremallera que también era de la misma compañía”, aclara el
experto, ilustrando cómo se podía acceder al tren de cremallera en
aquella época. Según Olaizola “todo esto se hizo, sobre todo, para
potenciar el movimiento de turistas que ya había en la zona, y así
aportar viajeros a la línea principal del Midi”.
Sin embargo, estos trenes duraron poco. En 1936 ya habían
desaparecido y, de todo ese sistema de red ferroviaria estrecha de
Iparralde, solo sobrevivió precisamente el tren de cremallera de Larrun.
“Allí no había una carretera por la que poder subir en autobús o en
coche. Era un lugar muy incómodo para ascender y ver las vistas -añade-
salvo que se subiera a pie”.
Pero se mantuvo en el mapa porque en la cima de Larrun “se
pusieron una serie de antenas de comunicaciones y radares. Entonces el
tren era necesario para que subiesen los empleados”, destaca Olaizola.
Durante los años en los que apenas había turismo, el Gobierno francés
firmó un convenio para que así siguiera funcionando el tren y los
trabajadores pudieran ascender. Era época de crisis y “probablemente, en
otras circunstancias, se hubiera cerrado. Así que gracias a eso se
salvó”, argumenta.
Olaizola también dio un dato que ilustra bien la idiosincrasia
de cada país: “El lado francés de los Pirineos está lleno de
tecnología: antenas, emisoras, y ese tipo de cosas, mientras que en
nuestro lado lo que hay son bares”.
UN TREN SINGULAR Este
tren de cremallera es algo singular. Posee una característica que lo
hace casi único desde el punto de vista de la historia de la tecnología:
su sistema de electrificación. Normalmente los trenes se electrifican o
en corriente continua o en corriente alterna monofásica, que es la que
tienen los trenes de alta velocidad, como los de Euskadi. Pero este
tren, en vez de llevar una corriente alterna monofásica, la lleva
trifásica, una tecnología muy primitiva que ya no existe. Quedan muy
pocos ferrocarriles en el mundo con este sistema de electrificación. Hay
dos o tres líneas en Suiza, también el que va al monte Corcovado en
Brasil y el tren de cremallera de Larun.
el primer destino Desde
el primer viaje, que fue en 1924, su historia, sus vistas y su
particularidad han atraído cada año a más turistas. El año pasado fueron
330.000, la mayor parte de ellos llegados desde Francia, luego España y
después Inglaterra. El tren de Larrun es el primer sitio turístico de
los Pirineos y, para agilizar el transporte en los meses de temporada
alta, se aumenta las frecuencias de subida y bajada. En julio y agosto
el horario es continuo, desde las 8.30 hasta las 17.30 horas. La
temporada comienza el 15 de febrero y finaliza el 11 de noviembre.
Después se retiran los trenes para mantener una buena conservación,
revisarlos, y adecentarlos para la siguiente temporada. El precio
siempre es de 17 euros la ida y la vuelta para los adultos (14 solo ida o
solo vuelta), 10 euros para los niños (7 ida o vuelta) y 8 euros para
las mascotas (5 un solo viaje).
POR SU ANIVERSARIO Ayer
sábado 28 fue el día del 90 cumpleaños del tren. Teatro, gastronomía,
creaciones gráficas y música amenizaron la jornada, desde la estación de
salida hasta la cima. En el recorrido se pudieron encontrar carteles de
varios artistas como Manon Boulart, que proviene de Ciboure; Aude
Picault, de París; o Guillaume Josué, de Hendaia. Cada uno de ellos
ilustró, a su modo, la montaña y el tren. En toda la zona se pudo
también escuchar a la Orquesta Regional de Baiona Costa Vasca, que
además cumplió este mismo día sus 40 años. Por otra parte, se pudo
disfrutar de las interpretaciones de la compañía de teatro
Des Vents Marées, desde las 10.00 a las 17.00 horas.
Las actividades no acaban ahí. Los turistas de entretuvieron
con una creación culinaria de un chef de la talla del vanguardista Iñaki
Azpirarte, del restaurante Châteaubriand, que reinterpretó la
elaboración del talo y la ofreció a los visitantes. En el acto, que tuvo
lugar de las 11.00 a las 15.00 horas en la cima, también estuvieron los
cocineros Jon Harlouchet, del caserío Idiartia, y Corinne Minaberry y
Patrick Salaberry del caserío Bixartea, entre otros. Para los amantes de
las aves, a las 12.00 horas desde la cumbre, se soltaron cinco pájaros,
dos de ellos buitres. Este plan familiar fue especialmente accesible
para los habitantes de Donibane Lohitzune y de Sara, porque la
organización habilitó autobuses gratuitos desde ambos lugares.
fuente
Deia