Diez propuestas para coger el tren esta Semana Santa
Estaciones y museos, vehículos antiguos, tranvías y funiculares son alternativas para disfrutar en estos días de asueto
Estaciones y museos, vehículos antiguos, tranvías y funiculares son alternativas para disfrutar en estos días de asueto
20.03.13 -MIKEL ITURRALDE
Descubrir los paisajes y las tierras de España a lomos del
tren es un placer que inunda los sentidos. Pero no todo es alta
velocidad. Los míticos 'Orient Express', 'Indian Pacific' y 'The Royal
Scotsman' son cápsulas del tiempo de un pasado cuando las prisas y el
tiempo carecen de sentido. Aunque igual de envidiable resulta embarcarse
en nuestros más modestos, pero notables, 'El Transcantábrico', 'El
Expreso de La Robla' y 'Al-Andalus'. Si su economía se lo permite, dese
el capricho; no se arrepentirá. Aunque también puede aprovechar su
estancia en otros parajes de nuestra geografía, e incluso pasar al otro
lado, para recordar que el ferrocarril es mucho más que un conjunto de
hierros desnudos y fríos. Más al contrario, es testimonio vivo de un
pasado nostálgico que nos muestra el esfuerzo, tesón y determinación que
llevó a nuestros bisabuelos a afrontar el reto que les ofrecía aquel
nuevo medio de transporte. Y a fe que lo consiguieron.
1. El tren de Artouste
En pleno corazón del Pirineo occidental francés, en el
valle de Ossau, discurre uno de los trayectos ferroviarios más
impresionantes del Viejo Continente. Sólo dos trenes en Europa (el
Tramway du Montblanc en Francia, a 2.380 metros; y en Suiza el
Jungfraujoch, que sube hasta los 3.454 metros) superan en altitud a esta
pequeña línea férrea por donde discurre un tren que, por su aspecto,
puede confundirse con un juguete, pero que tiene sus estaciones, cruces y
centro de regulación. A lo largo del día, llegan a circular hasta diez
convoyes que, a una velocidad de 15 kilómetros por hora, recorren los 10
kilómetros del trayecto. Situado a unos 2.000 metros de altitud, sobre
el lago de Fabrèges y frente al pico del Midi d’Ossau, discurre el
trazado de 'Le Petit Train d’Artouste', un peculiar y prácticamente
desconocido ferrocarril francés. La pequeña línea ferroviaria, casi una
maqueta gigante, ofrece en su recorrido impresionantes panorámicas de la
cordillera pirenaica francesa. Precisamente ahora, cuando la luz
comienza a hacerse más intensa y el calor se siente sobre estos parajes
montañosos, resulta apetecible descubrir esta impresionante ruta. Desde
España, se puede acceder desde Huesca por Sabiñánigo, Biescas, Sallent
de Gállego y el puerto de Portalet. Entrando por Irún, por la A64, la
salida recomendada es la de Pau.
Web oficial del tren de Artouste
Web oficial del tren de Artouste
2. Museo de Vilanova i la Geltru
A 46 kilómetros de Barcelona, en plena comarca del Garraf,
se sitúa uno de los más espectaculares museos ferroviarios de Europa. El
depósito de locomotoras del siglo XIX de Vilanova i la Geltru, una de
las instalaciones industriales mejor conservadas del país, alberga una
de las colecciones europeas más importantes de la época del vapor,
aunque también incluye otras piezas notables del parque motor
ferroviario español. Del conjunto de edificios que lo forman, el más
emblemático es la rotonda, donde se guardan, desde la máquina de vapor
más antigua de España hasta la última que funcionó en nuestro país y que
el rey Juan Carlos (príncipe entonces) clausuró, así como otras
eléctricas y diesel. En sus instalaciones puede contemplarse uno de los
primeros Talgo comerciales, pequeños automotores y numerosos coches de
viajeros. Además de las grandes piezas sobre vía, el museo exhibe
elementos destacados del ámbito ferroviario de todas las épocas, como la
tabla de enclaves y el puente de señales de la Estación de Francia de
Barcelona. Un espectacular audiovisual 'Puja al tren de la historia'
(Sube al tren de la historia) con 1.500 imágenes y numerosos efectos
especiales propone un viaje por la evolución del ferrocarril. Sin
olvidar las nuevas tecnologías ferroviarias, especialmente el desarrollo
de la Alta Velocidad, que se muestra en el 'Espai segle XXI' (Espacio
siglo XXI).
Web oficial del Museo del ferrocarril
Web oficial del Museo del ferrocarril
3. El tren de Larrun
Uno de los pocos ferrocarriles de cremallera que aún quedan
en Francia se sitúa en un radio al alcance de los visitantes vascos.
Situado entre los pueblos de Ascain y Sara, a unos 10 kilómetros de San
Juan de Luz, está enclavado en uno de los parajes más entrañables de la
región, que enamoró a personajes tan diferentes como Napoleón III y
Eugenia de Montijo, EduardoVII y Wiston Churchill, Pierre Loti y Luis
Mariano, Pedro Axular y el antropólogo Joxe Miguel Barandirán. Una zona
poblada de leyendas y cuevas de brujas, además de ruta de
contrabandistas. Inaugurado en 1924, el tren de Larrun (o la Rhune),
salva en poco más de 30 minutos la distancia que separa la base de la
mítica cima del País Vasco francés a unos 8 kilómetros por hora, la
misma velocidad con la que se inauguró el servicio y de la que tan
orgullosos se mostraron los lugareños aquel día. Los coches son
prácticamente los mismos que nacieron con el convoy, fabricados con
material de la región como abeto de los Pirineos, pino de Las Landas,
castaño de Ariège y madera de Iroco. Han sido restaurados en varias
ocasiones e incluso hay algunos nuevos de 1996, pero todos guardan la
estética de principios de siglo. De marzo a noviembre, ‘Le peti train’,
como se le conoce en la zona, realiza desde hace 80 años el trayecto
hasta el monte del mismo nombre, ubicado a 905 metros sobre el nivel del
mar, desde donde aseguran que se pueden admirar los siete territorios
vascos.
Web de El tren de Larrun
Web de El tren de Larrun
4. Historia del ferrocarril en Gijón
Centro de investigación y difusión de la historia
ferroviaria de Asturias, en el museo de Gijón se puede apreciar la
evolución social y económica que trajo consigo la implantación del
ferrocarril en la región. El centro ocupa las instalaciones de la
antigua estación del 'Norte', que quedó fuera de servicio el 29 de enero
de 1990 con la construcción de una nueva red arterial ferroviaria de
Gijón. Gracias a un convenio firmado por Renfe y el Ayuntamiento, la
ciudad obtuvo buena parte de los terrenos de la operadora, incluido el
edificio de viajeros y otras instalaciones, con la única condición de su
reutilización para fines culturales y sociales. De todo el variado
conjunto de elementos que custodia el museo, cedidos en su mayoría por
diversas empresas y entidades públicas colaboradoras, destacan los
relacionados con los ferrocarriles mineros e industriales, dada la
intensa vinculación de la economía asturiana con estos sectores, y en
especial las locomotoras de vapor. La colección de objetos del museo
está formado por un total superior al millar de piezas. De ellas, un
centenar son material móvil, es decir locomotoras y vagones, de hasta
siete anchos de vía diferentes, que constituyen el mayor conjunto de
material histórico ferroviario preservado de toda España. Además, se han
conservado todo tipo de objetos relacionados con la labor ferroviaria,
como faroles, herramientas, señales y teléfonos. Suele organizar alguna
circulación con alguna de sus máquinas de vapor en un pequeño recorrido
por las vías interiores del museo.
Museo de Gijón
Museo de Gijón
5. Estación de Delicias
Abierta hace casi tres décadas, en las instalaciones de la
antigua estación madrileña inaugurada en 1880 por los reyes Alfonso XII y
Mª Cristina se exhibe una de las colecciones de material histórico
ferroviario más completas de Europa, haciendo honor a su nombre,ya que
se hace un auténtico gozo la contemplación de las joyas que allí se
exponen. Declarado edificio monumental en 1980 y posteriormente Bien de
Interés Cultural, Delicias culminó su existencia como terminal de trenes
en 1971. Proyectada por el ingeniero francés Emilio Cachelievre, fue la
primera estación que se construyó en Madrid con estructura metálica y
levantada en tan solo catorce meses debido al carácter totalmente
funcional del proyecto. Delicias alberga el museo ferroviario desde hace
casi 30 años, aunque en realidad en 1967 ya se abrió en España una
galería dedicada al ferrocarril en el Palacio de Fernán Núñez de la
capital, actual sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.
Distribuido en cuatro salas, albergaba maquetas, grabados y pequeños
objetos relacionados con la historia y la explotación del ferrocarril.
Allí permaneció hasta 1983, año en el que se trasladó a las viejas
dependencias de la estación, que permitían, sobre todo, la exposición de
trenes en su gran nave central, donde se pueden ver más de treinta
vehículos de material rodante de gran valor histórico, entre locomotoras
de vapor, diesel, eléctricas, automotores y coches de viajeros. Esto se
traduce en la reunión de una variedad de colecciones de carácter único y
excepcional formada actualmente por más de 4.800 piezas que explican la
historia del ferrocarril en España.
Museo del Ferrocarril
Museo del Ferrocarril
6. Río Tinto y las vías mineras
La Fundación Río Tinto ha recuperado 12 kilómetros de la
antigua línea comercial del ferrocarril minero y ha restaurado algunas
locomotoras y vagones del parque móvil de la antigua compañía, con los
que se realizan viajes turísticos por el trazado de la antigua firma
británica 'Río Tinto Company Limited', que explotó las minas desde 1873
hasta 1954. Durante el recorrido, el visitante disfruta de paisajes
impactantes, como el antiguo polo industrial de la comarca y parajes
naturales, siempre acompañando el curso del río onubense. La vía
original tenía más de 300 kilómetros, de los que 84 correspondían a la
línea comercial. El ferrocarril de vía estrecha (1.067 mm.) se empezó a
construir por cinco puntos diferentes, debido a la urgencia de acabarlo
en un corto plazo de tiempo. Se finalizó el 28 de julio de 1875 con un
coste total de 767.190 libras. El trazado, planeado y supervisado por
George Bruce, tuvo que adaptarse a las características del terreno
(teniendo que atravesar a menudo arroyos y barrancos), aunque
discurriendo siempre paralelo al río Tinto. Todo ello hizo que fuese
necesaria la construcción en hierro forjado de ocho puentes diferentes.
Del mismo modo se proyectó y llevó a cabo la construcción de cinco
túneles. A lo largo de la vía general, también se edificaron doce
estaciones para regular el tráfico de mercancías, pero además existían
otras en diferentes pueblos de la cuenca para el tráfico de pasajeros.
En 1984 bajó el último tren por la vía del ferrocarril. También se puede
aprovechar la visita y acceder al Museo Minero, centro de
interpretación del Parque Minero de Riotinto. Está situado a unos 80
kilómetros de Huelva.
Parque Minero de Riotinto
Parque Minero de Riotinto
7. Museo Vasco de Azpeitia
Inaugurado el 12 de junio de 1998, el Museo Vasco del
Ferrocarril forma parte de la línea del Urola, que unía las localidades
de Zumarraga y Zumaia. El trazado enlazaba el valle del Urola con la
compañía ‘Norte’ y los Ferrocarriles Vascongados. La escasa utilización
del servicio fue apagando las escasas posibilidades de recuperarlo hasta
que en 1988 fue suprimido; se levantó la mayor parte de la vía, salvo
un pequeño tramo desde Azpeitia a Loiola. Eso permitió concebir ya los
planes para la creación de un ferrocarril turístico sobre la traza del
antiguo Urola que, en una primera fase, alcanzaría Lasao, a 4,5
kilómetros del museo. El centro azpeitiarra cuenta con piezas de gran
valor histórico (uniformes, gorras y relojes, en especial) y con
auténticas joyas de vía métrica en perfecto estado de funcionamiento. La
circulación de vapor es uno de sus principales atractivos, sobre todo
cuando van encabezadas por las máquinas ‘Aurrera’, ‘Portugal’,
‘Zugastieta’ y ‘Euzkadi’, que, en diferentes composiciones, recorren los
5 kilómetros escasos que separan la estación de Azpeitia de la de
Lasao. También es habitual viajar en la ‘Creusot/Naval 1158’, una diésel
que realiza el mismo recorrido. En las instalaciones pueden apreciarse
la grúa de vapor ‘Grafton’ (construida en 1920 y cedida por Babcock
& Wilcox) y el tranvía histórico U-52 de Bilbao (de la línea
Hospital-San Antón), así como varios vehículos tractores y de traslado
de pasajeros. Una visita indispensable para conocer la historia
ferroviaria de Euskadi.
Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril
Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril
8. El tren minero de El Soplao
Único y genuino en su tipología, su inspiración proviene de
las vagonetas que utilizaban los mineros para el transporte de
material, aunque ahora se haya cambiado el mineral por otro tipo de
recursos que aportan también beneficios a la empresa que lo explota.
Este pequeño convoy traslada a los visitantes a las cuevas desde la
estación exterior hasta el andén de intercambio de pasajeros del
interior de la cavidad, que se sitúa a 180 metros de la entrada. El
convoy se compone de un carro tractor con cabestrante eléctrico, una
decena vagones para el alojamiento de los visitantes, carro de freno con
sitio para el conductor y lanzas que unen entre sí todo el transporte.
El cable es guiado por un sistema de diferentes tipos de rodillos. El
tren permite, por tanto, un cómodo acceso a las cuevas de El Soplao, una
de las grandes referencias del turismo subterráneo, que atesoran un
espectacular conjunto de formaciones excéntricas. El nombre de soplao
tiene su origen en la terminología minera, que define así a una cavidad
natural cerrada que al ser alcanzada por una galería minera provoca una
fuerte corriente de aire. En los últimos años se ha convertido en uno de
los focos turísticos más importantes de Cantabria. Las rocas -calcita y
aragonito- de sus galerías adoptan formas que invitan a
interpretaciones de imaginación desbordada. Constituye un paisaje único
que permite a los investigadores continuas sorpresas. El gran yacimiento
de ámbar ubicado una ladera del llamado Territorio Soplao -junto a la
cueva del mismo nombre- se presentó como único en su especie y se ha
postulado como "laboratorio mundial" para conocer cómo era la Tierra
hace 110 millones de años. La cueva está situada entre los municipios de
Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en lo alto de la Sierra de Arnero. Por
la A8, ir hacia Santander-Oviedo y abandonar la autopista por la salida
269 Los Tánagos-Pesués-Puentenansa.
Cuevas El Soplao
Cuevas El Soplao
9. El Tramvia Blau
Este transporte turístico de Barcelona enlaza desde 1901 la
actual plaza Kennedy con la estación situada en la plaza del doctor
Andreu, al pie del funicular que sube hacia el parque de atracciones del
Tibidabo. Circula entre mansiones señoriales y conserva su rasgos
originales, que le confieren una apariencia singular, entrañable. Son
los turistas quienes copan, sobre todo en los meses de verano, sus
asientos, dispuestos a cubrir el trayecto a un ritmo lento, cansino y
despreocupado. Realiza un recorrido de 1.276 metros hacia el pie del
funicular en constante ascensión rodeado de construcciones modernistas y
novecentistas que dan paso a la naturaleza y a magníficas vistas de la
ciudad. Hasta la inauguración del Trambaix, era la única línea de
tranvía que se conservaba en Barcelona (después de que en la mayor parte
de la ciudad fueran sustituidos por autobuses durante las décadas de
los 60 y 70). Tiene una función turística, por lo que no está integrado
en el sistema de transportes municipal y tiene una tarifa especial. El
tranvía número 7 data de 1901, pero fue totalmente remodelado en 2006.
Ese año se instalaron nuevos sistemas de control y automatismos, además
de la caja negra. Y, entre otros mecanismos, se dispuso un arenal para
emergencias. Atentos al calendario de funcionamiento, porque no hay
servicio todos los días.
El Tranvía azul
El Tranvía azul
10. Funicular del Monte Igeldo
Patrimonio histórico artístico de San Sebastián, por el que
"hay que velar y cuidarlo porque es una auténtica joya", se inauguró el
25 de agosto de 1912 este funicular que da acceso al monte Igeldo. Está
pensado para acercar a los visitantes a un parque de atracciones, lo
que le convierte en una atracción más. Circula a 8 metros por segundo y
cubre el trayecto entre la falda del monte cercano a la playa de
Ondarreta y el parque de atracciones situado en lo alto. Desde el monte,
y más concretamente desde el Torreón (antiguo faro de leña construido
en el siglo XVIII), se obtienen las mejores y más fotografiadas vistas
de Donostia. El Torreón, también llamado La Farola, fue abandonado en
1854, cuando se construyó el nuevo faro, situado en el lado occidental
del monte, desde el que también se puede disfrutar de la belleza del mar
y de los acantilados de Igeldo. En 1912 se decidió recuperar el
esplendor del viejo faro por lo que se le añadió una nueva planta a modo
de mirador acristalado, así como una terraza panorámica. Además El
Torreón alberga una exposición sobre la historia, vida y costumbres de
los donostiarras. El funicular es el tercer transporte de este tipo
construido en España, después de los de Tibidabo (1904) y Vallvidrera
(1906), y su fabricación se debe al proyecto de los ingenieros Emilio
Huici y Severiano Goñi. La presentación, hace unos meses, de un plan
para renovarlo y adecuarlo a los tiempos lo ha vuelto a poner en el
primer plano de la actualidad.
Funicular del Monte Igeldo
Funicular del Monte Igeldo
fuente http://www.elcorreo.com
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