23 marzo 2013

Vacaciones entre raíles

Diez propuestas para coger el tren esta Semana Santa

Estaciones y museos, vehículos antiguos, tranvías y funiculares son alternativas para disfrutar en estos días de asueto

20.03.13 -MIKEL ITURRALDE
Descubrir los paisajes y las tierras de España a lomos del tren es un placer que inunda los sentidos. Pero no todo es alta velocidad. Los míticos 'Orient Express', 'Indian Pacific' y 'The Royal Scotsman' son cápsulas del tiempo de un pasado cuando las prisas y el tiempo carecen de sentido. Aunque igual de envidiable resulta embarcarse en nuestros más modestos, pero notables, 'El Transcantábrico', 'El Expreso de La Robla' y 'Al-Andalus'. Si su economía se lo permite, dese el capricho; no se arrepentirá. Aunque también puede aprovechar su estancia en otros parajes de nuestra geografía, e incluso pasar al otro lado, para recordar que el ferrocarril es mucho más que un conjunto de hierros desnudos y fríos. Más al contrario, es testimonio vivo de un pasado nostálgico que nos muestra el esfuerzo, tesón y determinación que llevó a nuestros bisabuelos a afrontar el reto que les ofrecía aquel nuevo medio de transporte. Y a fe que lo consiguieron.
Diez propuestas para coger el tren esta Semana Santa
1. El tren de Artouste
En pleno corazón del Pirineo occidental francés, en el valle de Ossau, discurre uno de los trayectos ferroviarios más impresionantes del Viejo Continente. Sólo dos trenes en Europa (el Tramway du Montblanc en Francia, a 2.380 metros; y en Suiza el Jungfraujoch, que sube hasta los 3.454 metros) superan en altitud a esta pequeña línea férrea por donde discurre un tren que, por su aspecto, puede confundirse con un juguete, pero que tiene sus estaciones, cruces y centro de regulación. A lo largo del día, llegan a circular hasta diez convoyes que, a una velocidad de 15 kilómetros por hora, recorren los 10 kilómetros del trayecto. Situado a unos 2.000 metros de altitud, sobre el lago de Fabrèges y frente al pico del Midi d’Ossau, discurre el trazado de 'Le Petit Train d’Artouste', un peculiar y prácticamente desconocido ferrocarril francés. La pequeña línea ferroviaria, casi una maqueta gigante, ofrece en su recorrido impresionantes panorámicas de la cordillera pirenaica francesa. Precisamente ahora, cuando la luz comienza a hacerse más intensa y el calor se siente sobre estos parajes montañosos, resulta apetecible descubrir esta impresionante ruta. Desde España, se puede acceder desde Huesca por Sabiñánigo, Biescas, Sallent de Gállego y el puerto de Portalet. Entrando por Irún, por la A64, la salida recomendada es la de Pau.
Web oficial del tren de Artouste
Diez propuestas para coger el tren esta Semana Santa
2. Museo de Vilanova i la Geltru
A 46 kilómetros de Barcelona, en plena comarca del Garraf, se sitúa uno de los más espectaculares museos ferroviarios de Europa. El depósito de locomotoras del siglo XIX de Vilanova i la Geltru, una de las instalaciones industriales mejor conservadas del país, alberga una de las colecciones europeas más importantes de la época del vapor, aunque también incluye otras piezas notables del parque motor ferroviario español. Del conjunto de edificios que lo forman, el más emblemático es la rotonda, donde se guardan, desde la máquina de vapor más antigua de España hasta la última que funcionó en nuestro país y que el rey Juan Carlos (príncipe entonces) clausuró, así como otras eléctricas y diesel. En sus instalaciones puede contemplarse uno de los primeros Talgo comerciales, pequeños automotores y numerosos coches de viajeros. Además de las grandes piezas sobre vía, el museo exhibe elementos destacados del ámbito ferroviario de todas las épocas, como la tabla de enclaves y el puente de señales de la Estación de Francia de Barcelona. Un espectacular audiovisual 'Puja al tren de la historia' (Sube al tren de la historia) con 1.500 imágenes y numerosos efectos especiales propone un viaje por la evolución del ferrocarril. Sin olvidar las nuevas tecnologías ferroviarias, especialmente el desarrollo de la Alta Velocidad, que se muestra en el 'Espai segle XXI' (Espacio siglo XXI).
Web oficial del Museo del ferrocarril
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3. El tren de Larrun
Uno de los pocos ferrocarriles de cremallera que aún quedan en Francia se sitúa en un radio al alcance de los visitantes vascos. Situado entre los pueblos de Ascain y Sara, a unos 10 kilómetros de San Juan de Luz, está enclavado en uno de los parajes más entrañables de la región, que enamoró a personajes tan diferentes como Napoleón III y Eugenia de Montijo, EduardoVII y Wiston Churchill, Pierre Loti y Luis Mariano, Pedro Axular y el antropólogo Joxe Miguel Barandirán. Una zona poblada de leyendas y cuevas de brujas, además de ruta de contrabandistas. Inaugurado en 1924, el tren de Larrun (o la Rhune), salva en poco más de 30 minutos la distancia que separa la base de la mítica cima del País Vasco francés a unos 8 kilómetros por hora, la misma velocidad con la que se inauguró el servicio y de la que tan orgullosos se mostraron los lugareños aquel día. Los coches son prácticamente los mismos que nacieron con el convoy, fabricados con material de la región como abeto de los Pirineos, pino de Las Landas, castaño de Ariège y madera de Iroco. Han sido restaurados en varias ocasiones e incluso hay algunos nuevos de 1996, pero todos guardan la estética de principios de siglo. De marzo a noviembre, ‘Le peti train’, como se le conoce en la zona, realiza desde hace 80 años el trayecto hasta el monte del mismo nombre, ubicado a 905 metros sobre el nivel del mar, desde donde aseguran que se pueden admirar los siete territorios vascos.
Web de El tren de Larrun
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4. Historia del ferrocarril en Gijón
Centro de investigación y difusión de la historia ferroviaria de Asturias, en el museo de Gijón se puede apreciar la evolución social y económica que trajo consigo la implantación del ferrocarril en la región. El centro ocupa las instalaciones de la antigua estación del 'Norte', que quedó fuera de servicio el 29 de enero de 1990 con la construcción de una nueva red arterial ferroviaria de Gijón. Gracias a un convenio firmado por Renfe y el Ayuntamiento, la ciudad obtuvo buena parte de los terrenos de la operadora, incluido el edificio de viajeros y otras instalaciones, con la única condición de su reutilización para fines culturales y sociales. De todo el variado conjunto de elementos que custodia el museo, cedidos en su mayoría por diversas empresas y entidades públicas colaboradoras, destacan los relacionados con los ferrocarriles mineros e industriales, dada la intensa vinculación de la economía asturiana con estos sectores, y en especial las locomotoras de vapor. La colección de objetos del museo está formado por un total superior al millar de piezas. De ellas, un centenar son material móvil, es decir locomotoras y vagones, de hasta siete anchos de vía diferentes, que constituyen el mayor conjunto de material histórico ferroviario preservado de toda España. Además, se han conservado todo tipo de objetos relacionados con la labor ferroviaria, como faroles, herramientas, señales y teléfonos. Suele organizar alguna circulación con alguna de sus máquinas de vapor en un pequeño recorrido por las vías interiores del museo.
Museo de Gijón
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5. Estación de Delicias
Abierta hace casi tres décadas, en las instalaciones de la antigua estación madrileña inaugurada en 1880 por los reyes Alfonso XII y Mª Cristina se exhibe una de las colecciones de material histórico ferroviario más completas de Europa, haciendo honor a su nombre,ya que se hace un auténtico gozo la contemplación de las joyas que allí se exponen. Declarado edificio monumental en 1980 y posteriormente Bien de Interés Cultural, Delicias culminó su existencia como terminal de trenes en 1971. Proyectada por el ingeniero francés Emilio Cachelievre, fue la primera estación que se construyó en Madrid con estructura metálica y levantada en tan solo catorce meses debido al carácter totalmente funcional del proyecto. Delicias alberga el museo ferroviario desde hace casi 30 años, aunque en realidad en 1967 ya se abrió en España una galería dedicada al ferrocarril en el Palacio de Fernán Núñez de la capital, actual sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Distribuido en cuatro salas, albergaba maquetas, grabados y pequeños objetos relacionados con la historia y la explotación del ferrocarril. Allí permaneció hasta 1983, año en el que se trasladó a las viejas dependencias de la estación, que permitían, sobre todo, la exposición de trenes en su gran nave central, donde se pueden ver más de treinta vehículos de material rodante de gran valor histórico, entre locomotoras de vapor, diesel, eléctricas, automotores y coches de viajeros. Esto se traduce en la reunión de una variedad de colecciones de carácter único y excepcional formada actualmente por más de 4.800 piezas que explican la historia del ferrocarril en España.
Museo del Ferrocarril
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6. Río Tinto y las vías mineras
La Fundación Río Tinto ha recuperado 12 kilómetros de la antigua línea comercial del ferrocarril minero y ha restaurado algunas locomotoras y vagones del parque móvil de la antigua compañía, con los que se realizan viajes turísticos por el trazado de la antigua firma británica 'Río Tinto Company Limited', que explotó las minas desde 1873 hasta 1954. Durante el recorrido, el visitante disfruta de paisajes impactantes, como el antiguo polo industrial de la comarca y parajes naturales, siempre acompañando el curso del río onubense. La vía original tenía más de 300 kilómetros, de los que 84 correspondían a la línea comercial. El ferrocarril de vía estrecha (1.067 mm.) se empezó a construir por cinco puntos diferentes, debido a la urgencia de acabarlo en un corto plazo de tiempo. Se finalizó el 28 de julio de 1875 con un coste total de 767.190 libras. El trazado, planeado y supervisado por George Bruce, tuvo que adaptarse a las características del terreno (teniendo que atravesar a menudo arroyos y barrancos), aunque discurriendo siempre paralelo al río Tinto. Todo ello hizo que fuese necesaria la construcción en hierro forjado de ocho puentes diferentes. Del mismo modo se proyectó y llevó a cabo la construcción de cinco túneles. A lo largo de la vía general, también se edificaron doce estaciones para regular el tráfico de mercancías, pero además existían otras en diferentes pueblos de la cuenca para el tráfico de pasajeros. En 1984 bajó el último tren por la vía del ferrocarril. También se puede aprovechar la visita y acceder al Museo Minero, centro de interpretación del Parque Minero de Riotinto. Está situado a unos 80 kilómetros de Huelva.
Parque Minero de Riotinto
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7. Museo Vasco de Azpeitia
Inaugurado el 12 de junio de 1998, el Museo Vasco del Ferrocarril forma parte de la línea del Urola, que unía las localidades de Zumarraga y Zumaia. El trazado enlazaba el valle del Urola con la compañía ‘Norte’ y los Ferrocarriles Vascongados. La escasa utilización del servicio fue apagando las escasas posibilidades de recuperarlo hasta que en 1988 fue suprimido; se levantó la mayor parte de la vía, salvo un pequeño tramo desde Azpeitia a Loiola. Eso permitió concebir ya los planes para la creación de un ferrocarril turístico sobre la traza del antiguo Urola que, en una primera fase, alcanzaría Lasao, a 4,5 kilómetros del museo. El centro azpeitiarra cuenta con piezas de gran valor histórico (uniformes, gorras y relojes, en especial) y con auténticas joyas de vía métrica en perfecto estado de funcionamiento. La circulación de vapor es uno de sus principales atractivos, sobre todo cuando van encabezadas por las máquinas ‘Aurrera’, ‘Portugal’, ‘Zugastieta’ y ‘Euzkadi’, que, en diferentes composiciones, recorren los 5 kilómetros escasos que separan la estación de Azpeitia de la de Lasao. También es habitual viajar en la ‘Creusot/Naval 1158’, una diésel que realiza el mismo recorrido. En las instalaciones pueden apreciarse la grúa de vapor ‘Grafton’ (construida en 1920 y cedida por Babcock & Wilcox) y el tranvía histórico U-52 de Bilbao (de la línea Hospital-San Antón), así como varios vehículos tractores y de traslado de pasajeros. Una visita indispensable para conocer la historia ferroviaria de Euskadi. 
Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril
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8. El tren minero de El Soplao
Único y genuino en su tipología, su inspiración proviene de las vagonetas que utilizaban los mineros para el transporte de material, aunque ahora se haya cambiado el mineral por otro tipo de recursos que aportan también beneficios a la empresa que lo explota. Este pequeño convoy traslada a los visitantes a las cuevas desde la estación exterior hasta el andén de intercambio de pasajeros del interior de la cavidad, que se sitúa a 180 metros de la entrada. El convoy se compone de un carro tractor con cabestrante eléctrico, una decena vagones para el alojamiento de los visitantes, carro de freno con sitio para el conductor y lanzas que unen entre sí todo el transporte. El cable es guiado por un sistema de diferentes tipos de rodillos. El tren permite, por tanto, un cómodo acceso a las cuevas de El Soplao, una de las grandes referencias del turismo subterráneo, que atesoran un espectacular conjunto de formaciones excéntricas. El nombre de soplao tiene su origen en la terminología minera, que define así a una cavidad natural cerrada que al ser alcanzada por una galería minera provoca una fuerte corriente de aire. En los últimos años se ha convertido en uno de los focos turísticos más importantes de Cantabria. Las rocas -calcita y aragonito- de sus galerías adoptan formas que invitan a interpretaciones de imaginación desbordada. Constituye un paisaje único que permite a los investigadores continuas sorpresas. El gran yacimiento de ámbar ubicado una ladera del llamado Territorio Soplao -junto a la cueva del mismo nombre- se presentó como único en su especie y se ha postulado como "laboratorio mundial" para conocer cómo era la Tierra hace 110 millones de años. La cueva está situada entre los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en lo alto de la Sierra de Arnero. Por la A8, ir hacia Santander-Oviedo y abandonar la autopista por la salida 269 Los Tánagos-Pesués-Puentenansa.
Cuevas El Soplao
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9. El Tramvia Blau
Este transporte turístico de Barcelona enlaza desde 1901 la actual plaza Kennedy con la estación situada en la plaza del doctor Andreu, al pie del funicular que sube hacia el parque de atracciones del Tibidabo. Circula entre mansiones señoriales y conserva su rasgos originales, que le confieren una apariencia singular, entrañable. Son los turistas quienes copan, sobre todo en los meses de verano, sus asientos, dispuestos a cubrir el trayecto a un ritmo lento, cansino y despreocupado. Realiza un recorrido de 1.276 metros hacia el pie del funicular en constante ascensión rodeado de construcciones modernistas y novecentistas que dan paso a la naturaleza y a magníficas vistas de la ciudad. Hasta la inauguración del Trambaix, era la única línea de tranvía que se conservaba en Barcelona (después de que en la mayor parte de la ciudad fueran sustituidos por autobuses durante las décadas de los 60 y 70). Tiene una función turística, por lo que no está integrado en el sistema de transportes municipal y tiene una tarifa especial. El tranvía número 7 data de 1901, pero fue totalmente remodelado en 2006. Ese año se instalaron nuevos sistemas de control y automatismos, además de la caja negra. Y, entre otros mecanismos, se dispuso un arenal para emergencias. Atentos al calendario de funcionamiento, porque no hay servicio todos los días.
El Tranvía azul
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10. Funicular del Monte Igeldo
Patrimonio histórico artístico de San Sebastián, por el que "hay que velar y cuidarlo porque es una auténtica joya", se inauguró el 25 de agosto de 1912 este funicular que da acceso al monte Igeldo. Está pensado para acercar a los visitantes a un parque de atracciones, lo que le convierte en una atracción más. Circula a 8 metros por segundo y cubre el trayecto entre la falda del monte cercano a la playa de Ondarreta y el parque de atracciones situado en lo alto. Desde el monte, y más concretamente desde el Torreón (antiguo faro de leña construido en el siglo XVIII), se obtienen las mejores y más fotografiadas vistas de Donostia. El Torreón, también llamado La Farola, fue abandonado en 1854, cuando se construyó el nuevo faro, situado en el lado occidental del monte, desde el que también se puede disfrutar de la belleza del mar y de los acantilados de Igeldo. En 1912 se decidió recuperar el esplendor del viejo faro por lo que se le añadió una nueva planta a modo de mirador acristalado, así como una terraza panorámica. Además El Torreón alberga una exposición sobre la historia, vida y costumbres de los donostiarras. El funicular es el tercer transporte de este tipo construido en España, después de los de Tibidabo (1904) y Vallvidrera (1906), y su fabricación se debe al proyecto de los ingenieros Emilio Huici y Severiano Goñi. La presentación, hace unos meses, de un plan para renovarlo y adecuarlo a los tiempos lo ha vuelto a poner en el primer plano de la actualidad.
Funicular del Monte Igeldo


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