La emigración se echa al ferrocarril
A las 20.12 horas Julio César Alonso, 31 años de
maquinista en Renfe, hizo ayer algo inédito en la historia ferroviaria:
detener en La Losa el primer servicio regular directo entre Madrid y
Asturias. El Intercity reduce el tiempo de viaje por debajo de las cinco
horas -ganándole así el pulso al bus- y vende el billete más barato que
el Alvia. Su inclusión en la cartelera es una concesión a la comunidad
asturiana en la capital y al tirón del Principado como refugio de fin de
semana para el turista madrileño.
El tren tiene cita en Chamartín todos los viernes a las
15.45 horas. Un reclamo para universitarios y trabajadores con jornada
reducida. Una vez en Asturias, el Intercity no vuelve a operar hasta el
domingo, cuando parte de Sanz Crespo a las 16.05 horas, con alto en
Oviedo 25 minutos después y final de viaje a las 21. «Los estudios que
veníamos haciendo confirmaban que en esta franja había mucho usuario
potencial; los trenes que van hacia Asturias los viernes suelen llenarse
y nos dejaban el resquemor de que algún usuario se quedara sin plaza,
por eso pensamos en esta solución», explica José Antonio Grandell,
gerente de Viajeros para la zona Norte.
El Intercity debutó con 212 de sus 223 butacas ocupadas.
«Un éxito», juzga a pie de andén Pablo Ortega, jefe de análisis de la
demanda en Renfe. San José ha puesto de su parte, con un puente en
Madrid que se prolonga hasta el lunes. «Hay una rama ahora en taller que
recuperaremos en un par de semanas; si este servicio continúa así, lo
pondremos a circular en doble composición», avanza.
El corredor asturmadrileño es uno de los que mejor están
resistiendo la crisis. Esto, unido a la orden del Ministerio de Fomento
de aprovechar al máximo la flota de trenes, permite algunas
innovaciones. Además del Intercity, anoche circuló el primer Alvia
nocturno Madrid-Asturias, con billetes más baratos que el servicio
diurno. «Es una apuesta vinculada al puente, pero en función de cómo
responda podemos estudiar incorporarlo en otros momentos», señala
Grandell en Chamartín, vigilando el embarque con indisimulada
satisfacción.
Abel Rodríguez y Mercedes Ropero son de los primeros en
ganar la cafetería. Se abrazan, miran por la venta con curiosidad; no
hay prisa por reingresar en la butaca. «Tenemos tres niños y es la
primera vez que viajamos sin ellos; un amigo en la agencia de viajes nos
recomendó que, en estas circunstancias, nos fuéramos a Asturias a
conocerla». Él sabe en qué ciudad dormirán pero guardará la sorpresa
hasta el último momento.
El tren se interna en los macrotúneles de Guadarrama y los
ferroviarios asturianos pueden evitar un asombro desazonado, a la espera
de repetir la experiencia en Pajares. «Busqué por internet y encontré
este horario, que me viene fantástico», comenta Francisco González,
asturiano que trabaja de consultor en Madrid. Se echa al tren por
aquello de rematar la semana laboral con el ordenador o empezar el
descanso viendo una película. «Esto de que todos los asientos tengan
enchufe me viene muy bien», indica. Está en el coche 1, y la única pega
que pone es «que el tren se bandea un poco más». Cosas del CAF
S-120.040, el material ferroviario elegido para el Intercity, más
pequeño que el tradicional S-130 (el Alvia) y con un suelo más alto.
Por la ventanilla desfila la estación de Segovia, el
intercambiador de Valladolid-Campo Grande, La Robla, todo sin pausa y
sin internarse en la terminal leonesa que lastra con más de 20 minutos
al Alvia. A las 18.43 el ferrocarril escala la decimonónica rampa de
Pajares, a 80 kilómetros de máxima, provocando que el pasaje se apiñe en
la cafetería para asistir al espectáculo. La nieve ha transformado el
puerto en un paraje cuasi lunar. Hay hambre de fin de semana. De
reencuentro con la familia. De llegar a destino y seguir el viaje.
fuente http://www.elcomercio.es
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