Francia pierde el tren
General Electric parte con ventaja en la puja con Siemens por el control de Alstom, fabricante del AVE galo
Bombazo en pleno corazón industrial de Francia.
Alstom, fabricante de su tren de alta velocidad TGV y de las turbinas de
sus centrales nucleares, va a pasar a ondear la bandera de Estados
Unidos o de Alemania. General Electric y Siemens se disputan,
con ventaja para la primera firma, el desmantelamiento forzoso de uno de
los emblemas del decadente poderío francés. El desafío al patriotismo
económico enarbolado por el Ejecutivo del socialista François Hollande
constituye una bomba «alstómica», como ironiza el semanario satírico 'Le
Canard Enchaîné'. Francia pierde el tren de la reindustrialización en
un clima de psicodrama nacional entre las ensoñaciones gubernamentales
de crear campeones europeos de la energía y el transporte a imagen del
gigante aeronáutico Airbus.
Son malos tiempos para la lírica de la grandeza a la francesa. Pechiney, especialista del aluminio, pasó en 2003 bajo control del canadiense Alcan, comprado a su vez por el angloaustraliano Rio Tinto en 2007. El grupo siderúrgico Usinor se fusionó en 2002 con Aceralia en Arcelor, absorbido en 2006 por el gigante indio del acero Mittal. El rey del cemento Lafarge se ha echado en brazos del suizo Holcim, su competidor histórico. El león del automóvil Peugeot se casa a la fuerza con el chino Dongfeng. Publicis, número dos mundial de la publicidad, se alía con el estadounidense Omnicom. Y ahora le toca a Alstom caer en manos extranjeras. Demasiado para el orgullo francés, ese pleonasmo trasnochado. Francia pierde plumas como el gallo desplumado de un último tango en París.
El resultado de la puja por Alstom se conocerá dentro de un mes, el plazo concedido a un comité de dirección independiente para analizar las propuestas. De momento hay una oferta en firme de General Electric (GE) de 12.350 millones de euros por los negocios de energía térmica, energía renovable y transmisión de electricidad. Si el proyecto se materializa, la firma francesa se concentraría en las actividades de transporte ferroviario, donde es líder mundial.
Las preferencias de Alstom van hacia GE porque sus actividades son mucho más complementarias. El gigante industrial de Connecticut es líder mundial en turbinas para centrales de gas mientras que la firma francesa domina en las centrales de carbón e hidroeléctricas y el transporte de energía. Por el contrario, la alternativa de Siemens supone una mayor amenaza para los 18.000 trabajadores de Alstom en Francia pues presenta duplicidades en las turbinas de gas y carbón, los generadores eólicos en el mar y la división ferroviaria. Aunque los alemanes se comprometen a no despedir durante tres años, los sindicatos temen un fuerte impacto social sin olvidar las probables cesiones impuestas por las autoridades de la competencia de Bruselas.
El Gobierno francés se inclina por la opción de Siemens para cumplir el sueño 'hollandés' de dar a luz un 'Airbus de la energía', gemelo de EADS, hijo único de la pareja francoalemana. «O nos compra Boeing o decidimos construir Airbus, por emplear una imagen familiar a los franceses», resumió el ministro de Economía, Arnaud Monmtebourg, heraldo del 'made in France' y de la lucha contra la desindustrialización galopante del país.
Aunque el Estado francés no es accionista de Alstom desde 2006, París justifica su intervencionismo por el lugar estratégico ocupado por el grupo en el sector nuclear. Desde el punto de vista político, Hollande se ve obligado a no aceptar sin reaccionar el desmantelamiento de un emblema nacional que en 2004 fue salvado de la quiebra por el conservador Nicolas Sarkozy al nacionalizar temporalmente el 21% del capital para evitar su compra entonces por... Siemens.
El presidente socialista recibió el lunes uno tras otro a los tres principales actores de las negociaciones: el presidente de GE, Jeffrey Immlet; el de Siemens, Joe Kaeser; y el de Bouygues, Martin Bouygues, accionista mayoritario con el 29% del capital. El ejecutivo estadounidense se comprometió el día siguiente por carta a colaborar con el Estado, Areva y EDF en la protección de la industria nuclear, a generar empleo muy cualificado en Francia y a implantar en el país las sedes mundiales de las actividades de turbinas de vapor, energía hidráulica y molinos eólicos 'offshore'.
fuente Inversión & Finanzas
Son malos tiempos para la lírica de la grandeza a la francesa. Pechiney, especialista del aluminio, pasó en 2003 bajo control del canadiense Alcan, comprado a su vez por el angloaustraliano Rio Tinto en 2007. El grupo siderúrgico Usinor se fusionó en 2002 con Aceralia en Arcelor, absorbido en 2006 por el gigante indio del acero Mittal. El rey del cemento Lafarge se ha echado en brazos del suizo Holcim, su competidor histórico. El león del automóvil Peugeot se casa a la fuerza con el chino Dongfeng. Publicis, número dos mundial de la publicidad, se alía con el estadounidense Omnicom. Y ahora le toca a Alstom caer en manos extranjeras. Demasiado para el orgullo francés, ese pleonasmo trasnochado. Francia pierde plumas como el gallo desplumado de un último tango en París.
El resultado de la puja por Alstom se conocerá dentro de un mes, el plazo concedido a un comité de dirección independiente para analizar las propuestas. De momento hay una oferta en firme de General Electric (GE) de 12.350 millones de euros por los negocios de energía térmica, energía renovable y transmisión de electricidad. Si el proyecto se materializa, la firma francesa se concentraría en las actividades de transporte ferroviario, donde es líder mundial.
Duplicidades y empleo
Alstom también ha acusado recibo del interés mostrado por Siemens a quien promete un acceso equilibrado a la información interna por si concreta una propuesta alternativa. El grupo alemán, al que las autoridades francesas han recurrido en aras de la preferencia europea, propone recuperar los activos energéticos de Alstom a cambio de su propia actividad ferroviaria, incluido el tren a gran velocidad ICE, competidor directo del TGV galo. La contraoferta de la compañía germana, que negocia en paralelo con el británico Rolls-Royce la compra de sus actividades de fabricación de turbinas de gas y compresores, se cifra entre 10.500 y 11.000 millones de euros.Las preferencias de Alstom van hacia GE porque sus actividades son mucho más complementarias. El gigante industrial de Connecticut es líder mundial en turbinas para centrales de gas mientras que la firma francesa domina en las centrales de carbón e hidroeléctricas y el transporte de energía. Por el contrario, la alternativa de Siemens supone una mayor amenaza para los 18.000 trabajadores de Alstom en Francia pues presenta duplicidades en las turbinas de gas y carbón, los generadores eólicos en el mar y la división ferroviaria. Aunque los alemanes se comprometen a no despedir durante tres años, los sindicatos temen un fuerte impacto social sin olvidar las probables cesiones impuestas por las autoridades de la competencia de Bruselas.
El Gobierno francés se inclina por la opción de Siemens para cumplir el sueño 'hollandés' de dar a luz un 'Airbus de la energía', gemelo de EADS, hijo único de la pareja francoalemana. «O nos compra Boeing o decidimos construir Airbus, por emplear una imagen familiar a los franceses», resumió el ministro de Economía, Arnaud Monmtebourg, heraldo del 'made in France' y de la lucha contra la desindustrialización galopante del país.
Aunque el Estado francés no es accionista de Alstom desde 2006, París justifica su intervencionismo por el lugar estratégico ocupado por el grupo en el sector nuclear. Desde el punto de vista político, Hollande se ve obligado a no aceptar sin reaccionar el desmantelamiento de un emblema nacional que en 2004 fue salvado de la quiebra por el conservador Nicolas Sarkozy al nacionalizar temporalmente el 21% del capital para evitar su compra entonces por... Siemens.
El presidente socialista recibió el lunes uno tras otro a los tres principales actores de las negociaciones: el presidente de GE, Jeffrey Immlet; el de Siemens, Joe Kaeser; y el de Bouygues, Martin Bouygues, accionista mayoritario con el 29% del capital. El ejecutivo estadounidense se comprometió el día siguiente por carta a colaborar con el Estado, Areva y EDF en la protección de la industria nuclear, a generar empleo muy cualificado en Francia y a implantar en el país las sedes mundiales de las actividades de turbinas de vapor, energía hidráulica y molinos eólicos 'offshore'.
fuente Inversión & Finanzas