60 años de Shinkansen
La línea Tōkaido del Shinkansen, la de historia más larga, entró en 
servicio el 1 de octubre de 1964. Su debut levantó una ola de la 
admiración en los círculos ferroviarios de todo el mundo
Hasta entonces, la compañía de los Ferrocarriles Nacionales, 
predecesora de la actual Japan Railways (JR), solo había alcanzado en un
 servicio comercial los 110 kilómetros por hora. Conseguir un tren que 
superase los 200 kilómetros por hora sobre una vía de 1,067 metros (36,8
 centímetros menos que la anchura estándar en los países occidentales), 
se consideró una proeza. La compañía japonesa venció todos los 
obstáculos, consiguió doblar el récord de velocidad situándolo en los 
210 kilómetros por hora y lo hizo además utilizando tecnología propia en
 casi todas las áreas de su nuevo Shinkansen (literalmente, “nueva línea
 troncal”).
Otro aspecto que llamó la atención del mundo fue el gran número de 
usuarios que consiguió el Shinkansen de aquella primera línea, así como 
la rentabilidad que obtuvo. Para efectuar el salto hacia la alta 
velocidad, fue necesario construir vías completamente nuevas, con un 
coste mucho mayor del que hubiera supuesto una adaptación de las vías 
existentes. El coste total de construcción se situó en unos 380.000 
millones de yenes, cuantía equivalente en nuestra época a un poco más de
 1,8 billones de yenes. Dado que las vías construidas tenían una 
longitud total de 515,4 kilómetros, cada kilómetro costó 740 millones de
 yenes de la época (3.600 millones actuales). Con una inversión inicial 
tan cuantiosa, para darle rentabilidad al proyecto hubo que rebajar los 
costes extremando la racionalización.

 La racionalización afectó, por ejemplo, a las jornadas de los 
maquinistas. En el Shinkansen, el trayecto Tokio – Shin-Osaka lo cubría 
un único maquinista, mientras que en las líneas preexistentes para ese 
mismo trayecto eso no era posible debido a la falta de unificación en 
aspectos como en la estructura de las vías, en el sistema de semáforos, 
etcétera, que dibujaban un complejo y compartimentado mapa. Por eso, se 
procedía continuamente a cambiar de maquinista en determinadas 
estaciones.
Gracias a la racionalización conseguida y a las nuevas tecnologías, 
aquel primer Shinkansen tenía, para unos mismos ingresos, 
aproximadamente la mitad de los gastos que las líneas convencionales. Y 
al construirse las sucesivas líneas del Shinkansen, estos esquemas se 
heredaron. A veces se oye decir que viajar en el Shinkansen es una 
experiencia anodina, pero esa es la consecuencia de haber fijado como 
fin superior ofrecer un servicio veloz, seguro y a un precio razonable. 
El rasgo más esencial del Shinkansen es ser un tren de alta velocidad 
que, pese los enormes costes de construcción, se mantiene por encima de 
la línea de rentabilidad.
¿En qué destaca Japón?
Con el paso del tiempo, la propia definición de la alta velocidad ha 
variado. Hoy en día, se considera alta velocidad cuando es posible 
superar los 250 kilómetros por hora si se trata de líneas diseñadas ad hoc,
 o los 200 en cualquier otra vía adaptada. Al principio solo el 
Shinkansen entraba en la definición, pero ahora muchos países ofrecen 
servicios similares y el monopolio japonés ha pasado a la historia.
Al Shinkansen japonés le siguió el Train à Grande Vitesse (TGV) 
francés, que entró en servicio en 1981. Luego, en la década de 1990, se 
crearon otras líneas de alta velocidad en los países occidentales. La 
ola llegó a Asia en la primera década del siglo XXI. En los últimos años
 ha dado el paso Indonesia (2023). La alta velocidad ha dejado de ser 
algo especial, pero siguen siendo pocos los países que pueden construir 
los trenes, las vías y el resto de los instalaciones y equipos con su 
propia tecnología. En la práctica, solo están, Japón, los países 
europeos (Francia, Alemania, España, etcétera) y China.
Pero, ¿qué posición ocupa el Shinkansen dentro de la alta velocidad del mundo? ¿Habrá algo en que aventaje al resto?
Veamos, por ejemplo, cómo se hizo el proyecto de la alta velocidad en
 Indonesia. En mayo de 2015, un equipo japonés formado alrededor de la 
Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) elaboró el Informe 
Final (versión resumida) del Estudio Preparatorio para el Proyecto de 
Desarrollo del Ferrocarril de Alta Velocidad de Java (Fase I). En la 
comparación entre sistemas de diversos países (el Shinkansen de Japón, 
el TGV de Francia, el AVE de España , el CRH de China y el KTX de Corea 
del sur) que se hace en el informe, se concluye que además de ofrecer 
una mayor comodidad, el Shinkansen permite un mayor ahorro energético 
que el resto y, por si fuera poco, se adapta mejor al entorno natural 
indonesio, país de gran actividad sísmica y lluvias abundantes, por lo 
que en conjunto representa la opción más conveniente.
Entre los atractivos concretos de esta opción, se destacan el bajo 
gasto en electricidad por viajero, el peso de los coches o vagones, la 
holgada distribución de los asientos, las prestaciones antisísmicas, la 
resistencia a la lluvia y la potencia de ascenso de pendientes. En todos
 estos apartados la tecnología japonesa es la número 1 del mundo o 
comparte el primer puesto con la de otro país. El Shinkansen es capaz de
 transportar una gran cantidad de viajeros de forma eficiente y 
ofreciendo amplios espacios, mostrando una gran resistencia a las 
condiciones más difíciles.
Se cita en el informe el ejemplo de los trenes de la serie E5, que 
incluye los Hayabusa de la línea Tōhoku Shinkansen. Estos trenes gastan 
13,1 kilovatios y necesitan un peso de 0,62 toneladas por viajero, 
cifras que se elevan a 26,0 kilovatios y 1,18 toneladas en el caso del 
francés TGV, a 22,0 kilovatios y 0,89 toneladas en el del español AVE y a
 24,2 kilovatios y 1,11 toneladas en el KTX surcoreano. La excelencia 
del Shinkansen queda de manifiesto en la comparación, pues en ambos 
apartados ronda la mitad del gasto promedio.
Una comparación con otros sistemas de alta velocidad
No por ello ha de pensarse que el resto de los sistemas de alta 
velocidad sean definitivamente inferiores. En muchos casos en que no se 
necesitaba una capacidad de transporte tan grande como la del 
Shinkansen, se ha buscado la fórmula más rentable con un tren de tamaño 
reducido o adaptando vías existentes.
Viendo los datos de la alta velocidad china, se aprecia que se ha 
conseguido aligerar el conjunto y en las dos mediciones las cifras (15,8
 kilovatios y 0,76 toneladas) se acercan mucho a las japonesas. China es
 un país muy grande y poblado, por lo que se necesita una gran capacidad
 de transporte y las cifras del CRH muestran el esfuerzo que se está 
haciendo. Según pude saber, el tren de alta velocidad que cubre el 
trayecto Shanghái-Nankín ofrece 480 servicios diarios, cifra que supera 
los cerca de 450 servicios de la línea japonesa más activa, la Tōkaidō 
Shinkansen.
En el caso de la licitación realizada en Indonesia, hubo otro 
elemento ajeno a las prestaciones de los trenes que influyó 
decisivamente. China se llevó el gato al agua con su propuesta de no 
pedir al Gobierno de Indonesia garantías del pago de la deuda. Esto dejó
 fuera de la competición al resto de licitadores, incluido Japón. Queda,
 al menos, la lección aprendida de que para cualquier plan futuro de 
exportar el Shinkansen será necesario urdir una estrategia nacional 
contando siempre con el respaldo del Gobierno.
Un control del impacto medioambiental que merece mayor reconocimiento
Podría preocupar que en muy poco tiempo la alta velocidad china 
arrebate la supremacía a la japonesa también en el aspecto técnico, pero
 los temores no parecen justificados. Japón es un país pequeño que 
alberga una gran población y esto obliga a imponer estándares muy altos 
en contaminación acústica (ruidos y vibraciones). En este aspecto 
medioambiental, la tecnología japonesa de la alta velocidad no tiene 
competidores en el mundo. Los niveles sonoros en las zonas residenciales
 se han fijado en 70 decibelios, equivalentes al ruido que produce un 
aspirador en una vivienda, y en las zonas comerciales e industriales, en
 75 decibelios, equivalentes al ruido que se sufre en una bolera. En 
cuanto a las vibraciones, el límite se ha fijado en 70 decibelios, 
equivalentes al nivel 2 en la escala japonesa de intensidad sísmica 
(perceptible para la mayoría de las personas que se encuentren en reposo
 en el interior de un edificio).
Las casas próximas a las vías son reformadas para protegerlas frente a
 ruidos y vibraciones y, además, a lo largo de las vías se colocan 
también paneles con diversas tecnologías de insonorización. Para reducir
 las vibraciones en origen, los raíles son especialmente pesados y 
resistentes y están soldados, de forma que no hay junturas. En cuanto a 
la catenaria (cableado eléctrico), dado que la excesiva curvatura o 
balanceo puede ser causa de vibraciones, se utilizan cables más pesados 
tensados por fuerzas mayores.

 La “peculiar” forma del Shinkansen, quizás no tan agraciada como la 
de otros trenes de alta velocidad, también puede explicarse. El “morro”,
 que en modelos más antiguos tenía una forma muy armoniosa, en los 
recientes está formado por una larguísima protuberancia inferior que 
ocupa cerca de la mitad de la longitud total del coche o vagón de 
cabeza. Esta “peculiar” forma permite reducir en gran medida el ruido 
que produce el tren al entrar en un túnel y expulsar el aire contenido 
en su interior. Las aparatosas cubiertas que rodean el pantógrafo 
contribuyen, por su parte, a atenuar el ruido eólico, que constituye la 
mitad del ruido producido por el tren.
No puede decirse que todas estas medidas para controlar el impacto 
ambiental del Shinkansen estén recibiendo en el mundo la valoración que 
merecen. Las medidas contra el ruido y las vibraciones son consideradas 
excesivas en muchos países y vistas como factores de encarecimiento de 
los costes cuando se estudia importar e introducir el Shinkansen. Pero 
no cabe duda de que tomar estas medidas desde el principio es lo más 
racional, sobre todo en los casos en que se prevé que la población en 
torno a las líneas de alta velocidad vaya creciendo y se vayan formando 
grandes ciudades. Llegará el día en que toda esta previsión 
medioambiental reciba la debida atención.
Imagen del encabezado: ceremonia de inauguración de la línea Tōkaidō 
Shinkansen en la estación de Tokio, el 1 de octubre de 1964. (Jiji 
Press)
(Traducido al español del original en japonés.)