El final de la obra del metro en Callejones del Perchel despierta el interés comercial
Apenas sobreviven quince locales abiertos de los cuarenta que tiene la calle tras más de 40 meses de obra en la vía
03.04.2013 | MIGUEL FERRARY
Cuarenta meses de obra que han sido cuarenta meses de pérdidas
constantes para los comercios de Callejones del Perchel. La obra del
metro ha sido una sentencia de muerte para muchas de las tiendas que
estaban abiertas en esta calle. Cuarenta meses después de iniciar la
obra, hay 25 locales vacíos. Todos con elementos que recuerdan negocios
fracasados por culpa de la ocupación de la calle por los trabajos de
construcción del túnel del suburbano. Inicialmente se iba a cerrar la
calle trece meses. Los plazos de obra se han triplicado y eso se nota en
que lo que fue una calle muy dinámica comercialmente y en la que ahora
apenas sobreviven once comercios y cuatro bancos en los 40 locales que
había disponibles hace cuatro años.
No obstante, el final de los
trabajos de reconstrucción de la calle encaran ya la recta final. La
Agencia Andaluza de la Obra Pública estima que a lo largo de este mes se
podrá reabrir al tráfico. O al menos se habrán terminado los trabajos
pendientes y quedará en manos del Ayuntamiento de Málaga la autorización
para su apertura.
El final casi asegurado de las obras y la
reapertura de la calle al tráfico será el primer punto de inflexión para
recuperar el antiguo atractivo comercial de Callejones del Perchel. El
presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Cayetano
Rengel, recuerda que esa vía y la plaza de la Solidaridad «es
considerada como zona prime», por su atractivo para la implantación de
negocios. Sin embargo, la construcción del metro echó por tierra gran
parte de su interés, que estima que se podrá recuperar una vez que
vuelva la vida ciudadana normal a este entorno.
Rengel apunta que
este entorno, «que parece Sarajevo» en la actualidad, «debe despertar
algo más de interés para la instalación de un negocio». No obstante, el
presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria considera
que esto no se producirá «hasta que no esté limpio como una patena,
porque nadie se va a arriesgar a hacer una inversión hasta que esté en
perfectas condiciones y dé gusto pasar».
Además, Cayetano Rengel
apunta a un segundo condicionante, como es la situación económica
actual, que disuade a muchos inversores. «Una vez que la situación
mejore, esta vía atraerá mucho interés», afirma.
El presidente de
los administradores de fincas de Málaga recuerda que antes del inicio de
las obras del metro esta calle «no tenían un local libre y era una zona
muy cara». «Queda tiempo para que se concrete esa demanda, aunque se
producirá», insiste Rengel, quien advierte también de que se han acabado
los tiempos en los que se pedían alquileres muy altos por esos locales.
Si
el futuro se presenta con buenas perspectivas, el presente es el
reflejo de una obra que ha arrasado con toda la actividad comercial de
esta calle y ha dejado un páramo de locales vacíos con carteles de «Se
alquila». Apenas aguanta media docena de locales, además de cuatro
sucursales bancarias cuyo negocio no depende tanto de la clientela que
pasa por la calle. Dos bares, dos clínicas dentales, una farmacia, una
tienda, una panadería, una herboristería, una administración de lotería,
una tienda de telefonía y un centro de pilates resisten como pueden a
la falta de clientes.
«Se nos ha comido los pocos ahorros que
teníamos», afirma María Victoria Ruiz, de la Herboristería La Hada,
quien reconoce que la reapertura de parte de la calle al tránsito
peatonal en diciembre «no se ha notado en nada». Eliminar las vallas,
recuperar el tráfico de vehículos y terminar las pequeñas obras
pendientes con la calle son las condiciones que María Victoria Ruiz
considera imprescindibles para retomar cierta normalidad. Eso sí,
reconoce que ahora «tenemos que recuperar el paso de la gente».
Precisamente
esto es algo que preocupa a los pocos comerciantes que permanecen en la
calle. Juan Galacho, de la panadería Migas, reconoce que con la obra
«la gente se ha acostumbrado a no pasar por aquí, porque con la antigua
valla esto era muy estrecho y no había ni vigilancia ni nada».
Este
es el reto que tienen estos comerciantes por delante, recuperar la
antigua clientela. La puesta en funcionamiento del metro podría ayudar
en este objetivo, aunque como asegura Manuel Pérez-Piaya, titular de la
farmacia de Callejones del Perchel, «primero habrá que ver si se pone en
marcha el metro y si llega aquí».
Una de las quejas comunes a
todos los comerciantes es el abandono que se han encontrado por las
administraciones. Por un lado acusan a la Junta de Andalucía se
incumplir de forma sistemática los plazos de final de obra
comprometidos. Sobre el Ayuntamiento, le acusan de reírse de ellos y
usarlos como arma en la lucha política con la administración autonómica,
como recuerda Juan Galacho. Sólo reconoce un cambio a partir del verano
y con la entrada del nuevo equipo de IU: «Hasta ahora se están
cumpliendo los plazos tal y como nos informó Antonio Tallón –de la
Agencia de Obra Pública de Andalucía– en las últimas reuniones».
Pérez-Piaya ahonda más incluso, al criticar al concejal de Movilidad del
Ayuntamiento de Málaga, Raúl López, de quien comentó que «se rió a
carcajadas de nosotros cuando le preguntamos si había alguna posibilidad
de reducir algo los impuestos municipales».
«Faltan cosas y
llevan dos días haciendo poco», recalca José Aguilar, del Mesón Aguilar
de Callejones del Perchel, quien teme que se vuelva a incumplir el plazo
de reapertura de la calle para este mes de abril. «No creo que esté ni a
mitad de mes, porque no veo actividad», advierte Aguilar, quien asegura
que hasta que no desaparezcan las vallas «la gente no va a volver a
pasar».
Esa desconfianza por el final de las obras también se
aprecia en Óscar Ortega, del centro de pilates Sanae, quien reconoce que
a la crisis general ellos han tenido que sumar «la crisis de la calle
por las obras». «Cuando abrimos nos dijeron que en noviembre de 2011
estarían terminadas las obras», recuerda Óscar Ortega, quien asegura que
aguantas «por no perder la inversión hecha en el local».
«Dicen
que van a abrir en abril, pero soy muy escéptico porque ya han dado
tantas fechas que no nos lo creemos», asevera el propietario de Sanae,
quien resalta que antes de la Semana Santa «estaban trabajando a buen
ritmo, pero en los últimos días apenas hay tres o cuatro trabajadores».
Esta situación «nos asusta» al recordarle a los meses de paralización de
la obra.
fuente
http://www.laopiniondemalaga.es