Francia desde el tren
Un ferrocarril que trepa por las faldas del Mont Blanc y una
locomotora de vapor que llega hasta el mítico Rocamadour. De 'El
Canario' de Rosellón al 'Tren de las piñas' de la Provenza, caminos de
hierro muy franceses
Contemplar altísimas montañas, valles ondulantes, gargantas salvajes,
ríos y pueblos medievales a bordo de un viejo tren de vapor o un tren
de montaña… Algunos ferrocarriles franceses serpentean por caminos donde
no llegaríamos ni a pie ni en coche.
01 Tramway du Mont Blanc
En Mègeve, en los Alpes Franceses, el tren más alto de Francia
circula a la sombra del Mont Blanc, la montaña más alta de Europa
occidental. Las vistas son impresionantes. Desde 1913 este tren asciende
con esfuerzo a Bellevue (1.800 metros) desde St. Gervais-Le Fayet en
invierno y, en verano más arriba, hasta el Nid d’Aigle.
Estamos en una zona de esquiadores, que encuentran en las faldas del
Mont Blanc un escenario perfecto. Pero también es zona de senderismo por
los caminos que parten de Megève y St. Gervais (sobre todo en las zonas
de Bettex, Mont d’Arbois y Mont Joly). Para los que prefieran la
mountain bike, entre el Val d’Arly, el Mont Blanc y Beaufortain hay senderos marcados para recorrer en bicicleta de montaña.
El
tramway del Mont Blanc arranca de St-Gervais-les-Bains,
un pueblecito acurrucado debajo de la célebre montaña, con un aire
saboyano de postal, concentrado en una iglesia barroca y un antiguo
carrusel. Está conectado a Chamonix, por el legendario Mont Blanc Express.
El final del trayecto del
tramway es Mègeve,
que a simple vista parece un pueblo casi perfecto, aunque resulta menos
auténtico que St-Gervais: trineos tirados por caballos, escaparates de
tiendas maravillosos, ocho restaurantes con estrellas Michelin y calles
adoquinadas de estilo medieval. Casi todo ello por obra de la Baronesa
de Rothschild que en la década de 1920 decidió urbanizar este pueblo
alpino, considerando que la abarrotada St-Moritz resultaba demasiado
agotadora.
02 'El Canario' (Rosellón)
Al otro lado de los Pirineos, en el Rosellón, y no muy lejos de
Perpiñán, nos podemos subir en el “Train Jaune” (tren amarillo), un tren
de montaña que permite contemplar magníficos paisajes pirenaicos.
Durante los tres meses de la temporada alta estival el tren conocido como
El canario transporta cerca de medio millón de pasajeros. Viaja desde Villefranche-de-Conflent (427 metros) a Latour de Carol
(1.231 metros) a través de un espectacular paisaje pirenaico. Para
gozar del tramo más llamativo hay que subir en las estaciones de Mont Louis o de Font Romeu. No se puede reservar y se aconseja llegar una hora antes de la salida en temporada alta.
El Canario es una forma cómoda y espectacular de acercarse a
los paisajes del Rosellón y más concretamente del Valle del Têt,
tapizado por huertos de frutales que, una vez pasada la estratégica
villa fortificada de Villefranche-le-Confluent, dejan paso a un paisaje
más agreste.
El punto de partida, Villefranche,
es famoso por su fortaleza (Chatêau-Fort Liberia) -construida en el
siglo XVII por el célebre arquitecto Vauban para robustecer y ampliar
las primitivas defensas del siglo XI-, y también por su situación entre
altos farallones, en la estratégica confluencia de los ríos Têt y Cady.
Desde allí merece la pena escaparse a conocer Prades,
una pequeña ciudad de casas de piedra de río y ladrillo, adornada
generosamente con mármol rosa de las canteras cercanas. Allí se afincó
el famoso violoncelista Pablo Casals tras huir de la España de Franco.
Existe un museo en su honor y cada año, durante dos semanas a finales de
julio y principios de agosto, se celebra el famoso Festival Pablo Casals de música de cámara.
03 Tren de las piñas (Provenza)
Los pueblos provenzales miran desde lo alto a los pasajeros a bordo
del ferrocarril de vía estrecha de Niza. Se le conoce como el Tren de las piñas (
Le Train des Pignes)
y bordea el mar por la montaña ofreciendo uno de los paisajes más
pintorescos de la Provenza. Este tren, que cubre los 151 kilómetros que
hay entre Niza y Digne-les-Bains, atraviesa el interior casi deshabitado de la Alta Provenza y alcanza una altitud de 1000 metros en algunos puntos.
El servicio funciona cinco veces al día y es ideal para ir de
excursión al interior. La parada estrella es el bonito pueblo medieval
de Entrevaux, a
una hora y media de Niza; merece la pena pasear por su casco histórico y
su ciudadela. Está en el punto central de este trayecto que nos lleva
por otros pueblos como Saint-Martin-du-Var, La Tinée, Villars-sur-Var, Annot, Meailles, Chaudon-Norante o la propia Digne-les-Bains. Una curiosidad para exploradores cultos: aquí se encuentra la casa-museo de Alexandra-David Néel
(nacida en Paris en 1868 y fallecida en Digne en 1969) una original
aventurera del siglo XX que viajó durante toda su vida por Asia Central y
fue la primera mujer que entró en Lhasa, en 1924. Su último viaje al
Himalaya lo emprendió a los 100 años. En 1928 se instaló en esta casa de
Digne que hoy es un museo de la cultura tibetana.
04 Tren turístico de Haut-Quercy (Lot)
Circuitos de una hora en trenes diesel y de vapor permiten recorrer cómodamente el Lot francés desde la aldea de Martel hasta St-Denis, por la abrupta cara de los precipicios.
El punto de partida, Martel, al norte de Cahors (en Lot), está además
muy cerca de uno de los destinos de peregrinación más clásicos de
Francia, Rocamadour, con una silueta de murallas y castillo medieval que parecen sacados de
El código Da Vinci.
Martel es conocida como la villa de las siete torres por su silueta
llena de torres; esta aldea de tejados rojos y piedra clara fue la
antigua capital del vizconde de Turena y alberga parte de la
arquitectura medieval mejor conservada de este rincón de Francia.
Estamos además en zona trufera y si vamos en diciembre y enero podremos
encontrar un mercado interesante de trufas en Martel.
05 Vapeur du Trieux (Bretaña)
Este tren turístico nos permitirá viajar desde un puerto bretón hasta
un pueblo de artistas siguiendo el curso del estuario del Trieux. Entre
mayo y septiembre, el tren de vapor de 1922 recorre la ribera en un bonito viaje desde la estación de Paimpol hasta la ciudad de artistas de Pontrieux,
donde hay tiempo para gozar de una agradable comida y un paseo antes de
regresar. Hay que reservar al menos con un día de antelación.
Paimpol es un puerto pesquero muy activo y lleno de historia. De él
partían los pescadores hacia los mares de Islandia, donde faenaban
durante siete meses seguidos o más. Y rico en leyendas: los que se
perdían en el mar son recordados en los cuentos populares y en los
chants de marins (canciones de marineros).
Además, Paimpol es el puerto más cercano a la minúscula Île de Brehat,
a 8 kilómetros al norte de la costa y sin coches. La época más idílica
para visitarla es la primavera, cuando las flores silvestres
mediterráneas florecen su agradable microclima. En la ciudadela, en el
extremo suroeste, se ubica su fábrica de vidrio.
fuente
El País