Ferrocarriles en Castilla-La Mancha, empeño y quimera
enrique Sánchez Lubián / toledo 27/03/2014
El historiador José Ángel Gallego Palomares (Alcázar
de San Juan, 1967) lleva años investigando sobre la implantación y
desarrollo del ferrocarril en nuestra región. De la mano de Almud Ediciones de Castilla-La Mancha y
del Patronato Municipal de Cultura de su localidad natal acaba de
publicar un nuevo libro sobre este interesante aspecto del devenir
social y económico: Los ferrocarriles en Castilla-La Mancha, 1850-1936. Una red al servicio del capital extranjero. El texto será presentado este próximo mes de abril.
Durante la segunda mitad del siglo XIX el
trazado de líneas ferroviarias fue generalizándose en España. Su
expansión supuso un gran avance para el transporte de subsistencias y
materias primas, abaratando sus costes. En su desarrollo territorial los
trazados ferroviarios españoles adoptaron un esquema radial, teniendo
como centro Madrid. Recurriendo a un símil ajedrecístico, Gallego
reitera en la obra que los promotores de aquellos proyectos
ferroviarios tenían una máxima clara: quien domina el centro domina el
tablero. En la pugna por ese control, en este libro emergen dos
protagonistas destacados: José de Salamanca y José Campo,
quienes pelearon línea a línea, concesión a concesión, por copar las
posiciones estratégicas del territorio nacional para rentabilizar sus
inversiones. También en el ámbito de nuestra región. El primero de
ellos, a través de las líneas Madrid-Aranjuez, Aranjuez-Almansa y la compañía Madrid-Zaragoza-Alicante, tuvo preeminencia en el ámbito geográfico de lo que hoy es la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
El ferrocarril se convirtió, como bien resalta el autor, en destacado
vehículo de poder, ya que mantener los abastecimientos en las ciudades
era el mejor antídoto contra la inestabilidad social. Asimismo el veloz
medio de transporte fue elemento esencial para el afianzamiento de la
gran burguesía cuyo poder político iba desplazando a los influyentes
aristócratas.
Aún haciendo referencias a los grandes ejes radiales que
pasaban por nuestras tierras, el meollo de este libro se centra en
desgranar los proyectos e iniciativas que fueron planteándose para
intercomunicar diferentes enclaves de la región con las grandes líneas
nacionales o abrir nuevos itinerarios. La orientación de este estudio
hacia la comarcalización ferroviaria, o red secundaria como dice
Gallego, es considerada por
José Gregorio Cayuela Fernández, profesor de Historia Contemporánea de la UCLM y prologuista de la obra, una perspectiva novedosa en los análisis acerca del ferrocarril en España.
El autor nos habla de una veintena de proyectos de líneas en nuestras provincias,
intentos que en su mayoría fueron fallidos por falta de aportaciones
económicas o el desinterés de las administraciones públicas afectadas,
sobre todo las
Diputaciones Provinciales.
La recuperación de estos empeños nos desvela las dificultades
materiales y financieras de una singular quimera que pretendía convertir
el ferrocarril en el gran elemento vertebrador, social y económico del
actual territorio regional y en su interconexión con la periferia
peninsular.
Si hablamos del ferrocarril en nuestra región, su principal referencia es la localidad de
Alcázar de San Juan.
En las páginas de ese libro, José Ángel Gallego también nos da cuenta
de cómo se intentó organizar una red ferroviaria en la Mancha central en
torno a este destacado nudo de comunicaciones. De las diferentes
iniciativas planteadas, sólo dos,
Tomelloso-Argamasilla de Alba y Quintanar de la Orden-Villacañas, llegaron a ser realidad.
Considera Gallego que la red ferroviaria consolidada en
nuestra región estuvo orientada al servicio del capital, en buena parte
francés y dirigida el transporte de aquellas materias que se necesitaban
en los centros difusores. Estos ferrocarriles, en especial los
encaminados hacia Levante, buscaban una puerta de acceso a los puertos
del Mediterráneo, sobre todo Alicante.
La lucha por su control, como se cuenta en estas páginas, fue dura. Es
significativo constatar cómo por intereses económicos, para no dividir
los tráficos en la mitad meridional de España, no se puso mucho interés
en buscar conexiones ferroviarias con Portugal. En ese sentido, en el
trabajo queda de manifiesto la importancia que el desarrollo del
ferrocarril tuvo para que la Mancha se incorporase al mercado de
capitales, desarrollándose una próspera industria vinícola y alcoholera
que supo aprovechar los problemas sufridos en Francia por la plaga de
filoxera.
Gallego Palomares es doctor en Historia por la Universidad de Castilla-La Mancha
y, como ya indicamos, desarrolla su principal línea de investigación en
torno al ferrocarril y sus efectos socioeconómicos en el siglo XIX y
principios del XX. Además de su tesis doctoral, a este tema ha publicado
libros como El campo
tranquilo. Ferrocarril y nueva estructura económica en La Mancha
1850-1936; Raíles, granos y vinos. Ferrocarril y transición al
capitalismo en La Mancha; y Alcázar de San Juan, ferrocarril y
desarrollo. También ha publicado estudios sobre la guerra de la Independencia en España y la guerra civil en La Mancha.