La variante, ¿un naufragio anunciado?
19.01.14 - RAMÓN MUÑIZ | OVIEDO.
El 29 de julio de 1987, Margaret Tatcher y François Mitterrand
acordaban construir bajo el canal de La Mancha un túnel de
34 kilómetros. La aparición de agua y otros imprevistos triplicaron una
inversión inicial de 4.500 millones que contaba con aportación privada.
Seis años y medio después del inicio de las obras, los trenes estrenaban
el paso.
La experiencia debía haber facilitado el reto que el
Consejo de Ministros se marcó el 21 de febrero de 2003, al consignar
1.085 millones para que el AVE inaugurara siete años después la variante
de Pajares. Una espiral de errores han complicado la mayor obra pública
hecha en España. El Ministerio de Fomento lleva 3.000 millones
invertidos y no cree que termine sin aportar otros 550. Ahora licita
contratos para montar las vías y la catenaria, pero la titular, Ana
Pastor, evita pronunciar en público la fecha de culminación que recogen
esos contratos y que apunta a finales de 2015. Disculpa la precaución
alegando que aún no tiene cerrada la solución a los dos principales
problemas: las filtraciones y el desmoronamiento de una ladera en
Campomanes.
Antes con el PSOE y ahora con el PP, la variante ha sido un
secreto de Estado. En ocho años y medio, el ministerio sólo ha
autorizado tres visitas de medios de comunicación al interior de los
túneles; todas eran televisiones públicas. Son más de 3.000 los
operarios que se han relevado en tan misteriosa obra y era cuestión de
tiempo que alguno divulgara su 'álbum secreto'. El momento llegó esta
semana. Desde un perfil de Facebook, un trabajador enseñó a todo el país
fotografías tomadas el año pasado, con el agua entrando a chorros y las
dovelas resquebrajadas.
«Sólo hay dos maneras de hacer un túnel: o bien, o mal.
Aquí la preocupación que transmitió la Administración era la de avanzar
cuanto más mejor y a eso jugaron las contratistas, a empujar las
tuneladoras. Porque, cuantos más metros hacían, más cobraban ese mes,
así que a unos y otros les parecía secundario cómo estaba quedando»,
denuncia el operario. Su relato coincide con el de otros técnicos que
abandonaron las obras con el mismo desencanto.
¿Era evitable este desenlace? EL COMERCIO ha tenido acceso a
diez informes internos encargados por el ministerio para conocer los
problemas de aguas de la variante. El primero se realizó antes de que
empezaran a trabajar las tuneladoras. Estima que las filtraciones no
pasarán de un caudal total de 500 litros por segundo, las ve
controlables y, como teme un exceso de presión encima de los tubos,
plantea dejar entrar el agua para aliviarla. Eso sí, admite que los
datos en los que basa sus cálculos son insuficientes y pide vigilar de
cerca el problema, porque, de lo contrario, tras vaciar las bolsas de
agua subterráneas, los tubos podrían empezar a atraer parte de los ríos
de la superficie.
Los siguientes retratan cómo, conforme avanzan las
tuneladoras, se secan los manantiales y abrevaderos de la superficie,
confirmando que, en efecto, el caudal de los arroyos estaba ya
desembocando en el interior. A pesar de estas constataciones, se opta
por mantener el ritmo y fiarlo todo a un futuro trabajo de
impermeabilización. El último documento -del que el Gobierno acaba de
dar cuenta al diputado de IU Gaspar Llamazares-, con las tuneladoras ya
apagadas y los dos tubos de 24,6 kilómetros abiertos, se duele del
resultado, culpa a la falta de investigaciones previas y clama para que,
en lo sucesivo, la Administración no lance las obras sin pasarse antes
años investigando suelos y las aguas.
Julio de 2005: el aviso
Los contratos de los túneles se ofertaron como proyecto y
obra: a los contratistas se les entregó un proyecto básico y luego cada
uno debía detallar las soluciones constructivas precisas. El resultado
de la fórmula radica en la competencia de los técnicos del ministerio
para controlar a sus homólogos de la empresa privada. En lo tocante a
las filtraciones, el proyecto básico daba margen a los privados, pero
les fijó que la canaleta central de drenaje fuera capaz de acoger 1.000
litros por segundo.
FCC y Necso son los contratistas del Lote 1 y a ellos se
confía el inicio de la fase de perforación. Mientras que los operarios
montaban la tuneladora, los expertos de Eptisa hacían el estudio
hidrogeológico. El documento se entrega a Fomento en julio de 2005 y,
sin mayor detenimiento, el día 13 el 'topo' empezó a perforar el tubo
Oeste ante un José Luis Rodríguez Zapatero que promete el AVE para 2009.
Eptisa anticipa que «el agua subterránea (...) constituirá
uno de los problemas fundamentales» y señala 23 manantiales en
superficie, de los que diez abastecen a tres poblaciones. Advierte
también que los sondeos hechos hasta ese momento son «de pequeño
diámetro, incompatibles con los ensayos de bombeo». Con todo, hay
perforaciones que descubren embolsamientos a 211 y 278 metros de
profundidad. De una manan 0,6 litros por segundo, de otra 1,2.
Con poco más que esos números, los expertos estiman que
sobre el futuro túnel habrá una presión «equivalente a una columna de
agua de 585 metros de altura». Calculan además filtraciones iniciales de
370 litros por segundo, si bien dada la escasez de pruebas hechas, no
descartan valores estables en los 500. El documento aprecia que, en
«una buena parte de la excavación», habrá formaciones de baja
permeabilidad en las que, «a pesar de trabajar con el terreno embebido
en agua, la aportación de agua a la obra será fácilmente asumible por su
escaso volumen».
Con un caudal manejable y una presión capaz de resquebrajar
las dovelas, el estudio sugiere «la necesidad de facilitar el drenaje
del terreno hacia el interior del túnel, con el objetivo de reducir las
presiones». Se habla así de dejar al macizo desaguar para que no acumule
bolsas sobre el tubo. «Dada la baja permeabilidad general de los
terrenos, el efecto de la reducción de la presión hidrostática podrá
conseguirse con unos caudales de drenaje relativamente bajos».
Sin embargo, Eptisa advierte de las consecuencias que
acarrearía un exceso de confianza: «La apertura de un túnel en la zona
saturada de un acuífero supone la creación de un punto artificial de
descarga (...) El periodo de tiempo que transcurra entre esta apertura y
la impermeabilización del túnel influirá en el grado de modificación
del esquema de flujo subterráneo; cuanto menos sea ese periodo, menor
será la porción de acuífero afectado». El estudio advierte de que, al
principio, las filtraciones provendrán de la bolsa de agua subterránea
'pinchada', pero, «con el paso del tiempo, y según las condiciones de
funcionamiento del acuífero, existe la posibilidad de que se establezcan
conexiones hidráulicas entre el túnel y elementos hídricos
superficiales, como ríos y arroyos».
El documento identifica dos posibles entradas de agua en la
galería de acceso desde Folledo con un máximo de 166,2 litros por
segundo en el momento de rotura, y en el túnel principal habla de dos
puntos, con filtraciones de entre 83,4 y 14,2 litros.
El informe anticipa estos escenarios reconociendo que «no
se dispone de un grado suficiente de conocimiento sobre las
características hidráulicas e hidrogeológicas», de ahí que recomiende
perforar la galería de Folledo «mediante métodos convencionales», es
decir, sin tuneladora. Esto dará «una oportunidad inmejorable para el
reconocimiento e investigación hidrogeológica a escala real» y para
validar todos los cálculos citados. Los técnicos plantean que, tras
atravesar los acuíferos, «puede ser necesario realizar tratamientos de
inyecciones al terreno, para evitar arrastres e inestabilidades durante
la excavación, reducir el caudal aportado (...) y restituir, lo antes
posible, las condiciones hidrogeológicas previas».
Realidad y versión
El 24 de noviembre de 2005, a las seis horas, el agua
empezó a entrar en la variante. A partir de esa madrugada, el 'topo' del
túnel Oeste necesitó ocho meses para perforar 3,5 kilómetros en los que
recibió 15 golpes de agua. La máquina del tubo Este sufrió nueve en el
mismo tramo. Las campañas de impermeabilización no han frenado las
fugas, de forma que hay ríos que desaguan al interior de los tubos.
En 2007, los técnicos encargados de supervisar el tramo
publicaron un artículo relatando el buen avance logrado en la galería de
Folledo y sin mencionar problema alguno de filtraciones. En septiembre
de 2012, el ministerio autorizó una de esas tres visitas de periodistas.
Fue a la Televisión Pública de Castilla y León, que así pudo contar
cómo los responsables de la obra les aseguraron que las filtraciones no
serían problema «para el futuro paso del tren».
fuente El Comercio
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