La Junta afirma que soterrar el Metro hasta El Palo cuesta 438 millones más
La consejera de Fomento se agarra al sobrecoste de la obra bajo tierra y al temor a que la Alameda se quede abierta en canal para defender su idea de ir en superficie
Sebastián Sánchez málaga |Por vez primera desde que se reabriese el debate sobre el ferrocarril urbano, un responsable autonómico dibujó las tres claves que, desde su punto de vista, invalidan la opción de acometer la obra bajo tierra: el elevado coste de la intervención, el temor a una Alameda abierta en canal durante años y la repercusión que un aletargamiento de los plazos tendría sobre la explotación y mantenimiento del proyecto.
Estos fueron los argumentos que expuso Cortés en su visita ayer a la capital de la Costa del Sol, justo el día después de que la intensidad del rechazo municipal a la alternativa planificada por la Administración regional haya crecido de forma exponencial con el inicio de una campaña del PP para movilizar a la ciudadanía en contra del tranvía a ras de calle.
El gran escollo que pesa a día de hoy, a juicio de la Junta, sobre el avance de la intervención es el financiero y la incertidumbre del escenario económico actual. Y para dar forma a la justificación puso números más que palpables. Según dijo, mientras el recorrido entre la futura estación Guadalmedina y El Palo, destino a alcanzar en 2016, costaría del orden de 206 millones de euros en superficie (incluyendo la parte final del tramo de Callejones del Perchel, 44 millones de la Alameda y el Parque y unos 110 millones hasta El Palo), esta misma obra costaría "438 millones de euros más" si se hiciese soterrada. "Es dinero público, que pagan todos los ciudadanos en una situación durísima para los trabajadores; por qué hay que gastar 438 millones más; por qué enterrar 438 millones", enfatizó, al tiempo que recordó que cada kilómetro bajo tierra cuesta cinco veces más que en superficie.
Junto a los números de la inversión, los plazos y el respeto a que en la Alameda y el Parque ocurra lo que hoy viven los vecinos y comerciantes de Callejones del Perchel. La aparición de restos arqueológicos en este punto hizo que una obra que iba a durar siete u ocho meses se alargue ahora hasta casi los tres años. "Aprendí, el pasado 25 de junio, cuando los comerciantes de El Perchel me decían que las obras del Metro soterrado les habían supuesto la ruina, el cierre de los negocios...; enterrar el Metro en la Alameda sería una obra diez veces mayor", precisó.
"Se imaginan la Alameda Principal abierta en canal, con esos ficus centenarios, con un plazo de ejecución de tres años, sin sorpresas, y qué ocurre si nos encontramos restos arqueológicos o si el PP vuelve a plantear ajustes y recortes a las comunidades autónomas", se preguntó.
El interrogante, que nuevamente queda sin despejar, es qué hará Fomento tras el enésimo rechazo del Ayuntamiento. La consejera eludió precisar con claridad qué pasos adoptará si se mantiene esta situación. Ni dijo que iba a parar la obra, ni apuntó la opción a intervenir de forma soterrada, ni explicó si tiene o no la posibilidad de impulsar los trabajos sin la autorización municipal. "La consejería no quiere parar la obra". Eso fue lo más que llegó a decir Cortés al ser interpelada por el escenario a corto plazo del proyecto.
Pero una cosa es querer y otra que la posición del Ayuntamiento impida a la Junta avanzar en los trabajos ahora situados en Callejones del Perchel. "El único que habla de parar las obras es el alcalde", añadió Cortés. Por todo ello, la consejera abundó en que el deseo de su departamento es "poner en funcionamiento el Metro sin retrasos hasta El Palo en 2016" y confió en que los nuevos contactos técnicos con el Ayuntamiento, que previsiblemente se mantendrán a finales de este mes o principios de febrero, permitan avanzar en la cuestión y variar la posición municipal. Todo ello con el horizonte puesto en el mes de abril, cuando Fomento espera culminar el proyecto de ejecución del tajo en superficie del tramo Guadalmedina-Malagueta y su prolongación hasta El Palo.
En relación con la campaña impulsada por el PP, fue clara al tachar el debate abierto por esta formación de "falso". "No es tranvía sí, Metro no; o Metro sí, tranvía no; no es un problema de nombre, sino que lo importante es si va a prestar los servicios que debe prestar", manifestó. Desde su punto de vista, es clave garantizar unos calendarios temporales ciertos, extremo que no cumple la idea del Ayuntamiento de hacer la obra soterrada hasta la Plaza de la Marina en 2016 y alcanzar el destino de La Malagueta antes de 2020.
Asimismo, incidió en que, según los estudios de los que dispone la consejería, la peatonalización de la Alameda sería perfectamente "compatible" con el paso de los trenes en superficie. "La Alameda tiene 64 metros de ancho y los trenes ocuparían ocho", apuntó. Al tiempo, recordó las soluciones tranviarias ya existentes en ciudades como Barcelona, Burdeos, Estrasburgo y Bruselas, entre otras.
Frente a los argumentos autonómicos, el Ayuntamiento de Málaga, a través del concejal de Movilidad, Raúl López, pidió a la consejera que "no siga engañando" a los malagueños y que "no oculte el contenido del proyecto constructivo realizado por la Junta y que fue consensuado con el Consistorio en 2010", en el que "todas las afecciones posibles estaban estudiadas por los técnicos".
López insistió en defender que el Metro vaya bajo tierra y recordó que renunciar a ello supone también "abandonar el compromiso de dejar la obra preparada para que el Cercanías llegue a la Plaza de la Marina", reivindicación que, según dijo, también impulsó el grupo municipal de IU.
En esta línea, incluso apuntó que era tal el compromiso asumido por los anteriores responsables autonómicos que en diciembre de 2011 remitieron para su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) un anuncio indicativo para informar sobre la próxima licitación del tramo del Metro de Málaga. Nunca más se supo de ese procedimiento.
fuente http://www.malagahoy.es
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