11 mayo 2014

Adif carece de fondos para mantener los 12.000 km. de la red convencional

Adif pide 120 millones para reparar las vías peligrosas

La Comisión de Accidentes Ferroviarios, preocupada por "el incremento de sucesos". La entidad carece de fondos para mantener los 12.000 km. de la red convencional




En un documento al que ha tenido acceso este diario, Adif advierte de que el deterioro de las denominadas trincheras ferroviarias -parte del terraplén en determinados tramos de la vía- en algunos puntos de su red es tal que requerirá la inversión solicitada a lo largo de los próximos cuatro años, más un mínimo de 22 millones anuales de euros.

La empresa pública más endeudada, con un pasivo de 16.686 millones de euros según los presupuestos de este año, se vio obligada a finales de 2013 a dar respuesta a una petición formal de información por parte de la Dirección General de Ferrocarriles (DGF), órgano perteneciente al Ministerio de Fomento que cuenta con las competencias en materia de seguridad en la circulación ferroviaria en todo lo relativo a infraestructuras.
La DGF inquiría a Adif por el estado de las vías de la red convencional y ancho métrico bajo su gestión. Previamente, la Comisión de Accidentes Ferroviarios (CIAF) -que desde 2007 sustituye a la DGF en la investigación de accidentes ferroviarios- había manifestado su preocupación por «el incremento de sucesos relacionados con el estado de las trincheras ferroviarias de la red».

Fuentes de Renfe consultadas el pasado viernes aseguraron desconocer el incremento de sucesos al que se refiere la CIAF. En su documento, Adif respondió indicando que, por lo que respecta a la línea de ancho métrico (1.192 kilómetros de vía única localizados prácticamente en su totalidad en el norte de España), se había hecho cargo apenas unos meses antes, cuando absorbió Feve en abril de 2013. Las líneas explotadas por los ferrocarriles de vía estrecha son básicamente dos: la que une Ferrol con Bilbao y la de Balmaseda (Vizcaya) a la Robla (León). Son, según distintas fuentes consultadas, de las que peor estado presentan.
No obstante, Adif no quiso quitarle hierro a su informe (pese a que el término «riesgo alto» se refiere más a la posibilidad de que se produzcan incidencias graves que a la seguridad física de los viajeros), sino más bien todo lo contrario. El pasado mes de marzo, como información añadida, adjuntó en su respuesta a Fomento varias imágenes de incidentes y descarrilos sucedidos en la línea Ferrol-Bilbao el año pasado como consecuencia del desprendimiento de grandes rocas sobre la vía. También, los efectos sobre las deterioradas infraestructuras del fuerte temporal vivido en la primera semana del pasado mes de febrero: el paso de un tren de pasajeros por una vía sobre la que ha desaparecido el terraplén que la sostiene o, un día antes, la salida de la vía de un tren de «mercancías peligrosas» en la línea que une Zafra con Huelva, a la altura de Jabugo.
La respuesta del gestor de infraestructuras al órgano de control del Ministerio de Fomento se resume en que no dispone de suficiente presupuesto para mantener los 12.000 kilómetros de red convencional. Su propuesta para resolver el problema consiste en habilitar partidas extraordinarias de un mínimo de 30 millones de euros este año y el próximo para reparar trincheras, un elemento de la infraestructura al que habría que añadir el resto: túneles, puentes y terraplenes.
Fuentes de Adif consultadas por este diario reconocieron el problema de la falta de mantenimiento de la vía convencional y lo achacaron al abandono que ha sufrido a lo largo de los últimos años, cuando el 90% de las inversiones se ha destinado al desarrollo de los actuales 2.400 kilómetros de alta velocidad. En total, construir esos 2.400 kilómetros con sus respectivas estaciones ha costado alrededor de 43.700 millones de euros, con alrededor de 27.000 millones de euros más presupuestados. Desde 2008 a 2012, las inversiones en los 12.000 kilómetros de red convencional han rozado los 2.600 millones de euros, casi 10 veces menos que lo invertido en el mismo periodo en el AVE (20.300 millones de euros).
Frente a las cantidades millonarias de la alta velocidad, las de la red convencional parecen asequibles. Pero el hecho es que Adif, a pesar de contar con presupuestos millonarios en ejecución, no las puede pagar. Menos aún desde que el pasado mes de diciembre el Gobierno decidió segregar la infraestructura de la alta velocidad de la convencional en una maniobra destinada a cumplir con el Sistema Europeo de Contabilidad, que tanto trabajadores de Renfe como de Adif interpretaron como una mala señal para la supervivencia de la red convencional en sus dimensiones actuales.
Quizás por ese motivo, su respuesta a Fomento activó un decreto de emergencia por el que el gestor de infraestructuras ha recibido para su plan de trincheras un total de 42 millones de euros, 30 de ellos mediante real decreto el pasado mes de abril para paliar los efectos del temporal de febrero, según indicó la empresa. «El resto [hasta completar los 120 millones reclamados hasta 2018 más los 22 anuales] se irá dotando», asegura su portavoz, Iñaki Garay, quien sostiene que, de momento, no habrá que cerrar ninguna línea.
Mientras se acometen esas reparaciones, el gestor de infraestructuras ha decidido limitar la velocidad en los tramos de mayor riesgo, si bien se planteará el cierre de operaciones en líneas que cuenten con «tráfico no relevante», es decir, con menos de 40 circulaciones diarias. Las limitaciones exigen reducir la velocidad de los trenes a 50 kilómetros por hora o, incluso, hasta 20 kilómetros por hora, explicaron fuentes del sector.
El pasado mes de marzo se implantaron limitaciones de velocidad en los tramos calificados de «riesgo alto»; en abril se ampliaron a otros 124 y el próximo mes de junio la medida se extenderá a otros 124 puntos. Entre las líneas afectadas de mayor circulación que verán reducidas las velocidades en junio figuran la 100 (Madrid-Hendaya), la 200 (Madrid-Barcelona por Caspe), la 220 (Lérida-L'Hospitalet de Llobregat), la 222 (La Tour de Carol-Moncada bifurcación) y la 600 (Valencia Nord- Sant Vicenç de Calders), entre otras.
Los problemas que afloran para sostener las vías regionales y de cercanías contrastan con la abundancia de recursos vivida por el AVE y los presuntos casos de comisiones y contratos inflados en su construcción.

El pasado lunes, la Fiscalía Anticorrupción irrumpió en las oficinas de Adif en Madrid y Barcelona para investigar una presunta red para inflar los contratos de la obra, cuyo presupuesto ascendió a 8.996 millones. La redada acabó con 10 detenidos acusados de estafar seis millones de euros sobre un contrato que se firmó en 2008 por 67 millones de euros para ejecutar obras en La Sagrera con Magdalena Álvarez como ministra responsable de Fomento y que posteriormente fue modificado un 19,8% al alza (13,5 millones de euros) por su sucesor en el cargo, José Blanco.
De forma paralela, el Tribunal de Cuentas anunció la apertura de una investigación especial sobre obras que supusieron un sobrecoste del 230% para los presupuestos de determinados tramos del mismo AVE entre Madrid y Barcelona. Así, por ejemplo, la construcción de la plataforma en el tramo Hospitalet-La Torrasa sufrió un incremento de 247 millones de euros, lo que representa un 230% de incremento sobre el precio de adjudicación del contrato.
La investigación del órgano fiscalizador del gasto de las cuentas públicas encontró más casos similares en los que los imprevistos en la obra dispararon el presupuesto de tres tramos: Castellbisbal-Papiol, Hospitalet-Can Tunis y La Torrassa-Sants. Así, los modificados supusieron unos gastos adicionales de 18,2 millones en el primero, 23,7 millones en el segundo y 126 millones en el tercero. Adif, que ahora tiene abiertas auditorías internas para rastrear posibles delitos en el manejo de su presupuesto y ha dejado en cero el número de modificados, no exigió ningún tipo de penalización o responsabilidad por elevar los gastos en esa escala, o al menos así lo indica el Tribunal de Cuentas. Garay indicó que los sobrecostes podrían explicarse por las prisas para acabar la obra, cuya inauguración tuvo una fuerte carga electoral.
El problema que parece plantearse con los aprietos de Adif para sostener sus vías regionales y de cercanías es que no puede pagar su mantenimiento a no ser que el Estado incremente las partidas. «En la red convencional, los cánones que cobramos a los trenes de Renfe sólo cubren el 7% de los costes de mantenimiento; el resto lo tiene que asumir la empresa», explican en Adif.
Segregada de la alta velocidad y sus miles de millones de euros aún pendientes de ejecución, a la red convencional sólo le quedan las subvenciones del Estado para sostenerse, ya que no se puede endeudar. Mientras, los cánones que cobra Adif a Renfe por operar sobre 2.400 kilómetros de red de alta velocidad cubren casi el 80% de los costes. Probablemente, la diferencia se acentúe cuando con la inminente liberalización del ferrocarril, nuevos operadores compitan con Renfe sobre las líneas de AVE y cercanías, las que más interés despiertan entre las empresas aspirantes.

EL AVE se come el presupuesto
Frente a los 2.400 kilómetros de AVE, la red convencional de ferrocarril cuenta con aproximadamente 12.000 kilómetros. Su coste, sin embargo, es inverso al tamaño. La construcción de cada kilómetro de AVE le ha costado a las cuentas públicas alrededor de 17 millones de euros, cifra a la que habrá que añadir los 100.000 euros que cuesta como media su mantenimiento. Hasta la fecha, la obra ejecutada supera los 40.000 millones de euros y, en tiempos de austeridad presupuestaria, el Gobierno ha tratado de reducir gastos básicamente en estaciones y soterramientos para que el tren de alta velocidad entrara en todas las capitales españolas.

fuente El Mundo

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